AXABEBA | CRÍTICA

En el palacio del Rey Sabio

Axabeba.

Axabeba. / ACTIDEA

Si seguimos la tesis sostenida por Manuel González Jiménez, los verdaderos orígenes de la Andalucía moderna hay que buscarlos en la intensa repoblación con gentes del Norte operada después de la expulsión de la población musulmana tras la reconquista en el siglo XIII. Si bien dicha victoria fue conducida por Fernando III, sería realmente su hijo Alfonso X quien se hizo cargo del intenso proceso de repoblación y cristianización de la Andalucía media y Occidental, configurando las bases que caracterizarían las estructuras sociales y económicas andaluzas en los siglos sucesivos.

Traemos estas consideraciones a colación aquí a consecuencia del programa del bello concierto que ofreció Axabeba en el Alcázar. Un programa bien hilado y formado por cantigas que aluden o se desarrollan en las ocho provincias andaluzas. Formado por músicos bien conocidos en la ciudad y curtidos en los repertorio medievales, Axabeba encontró el ritmo justo y la variedad de colores apropiada para hacer que la hora del concierto se pasase en un vuelo. Sin excesos que desvirtúen la música original, sin fusiones espurias y con un instrumentario de época, fueron aportando diferentes notas de color en cada cantiga e, incluso, en cada estrofa. En los estribillos se reforzó con gran eficacia tímbrica la voz solista con la segunda voz de Pastor y los vientos de Gil, igualmente suelto en la gaita, las flautas (de pico y travesera) y las chirimías. Pastor, por su parte, volvió a mostrar por qué está considerado uno de los mejores intérpretes de cuerdas pulsadas medievales a nivel europeo con acompañamientos ricos e imaginativos, incluídas algunas falsetas de aires aflamencados intercaladas entre las frases de Núñez en la cantiga 227.

Tal y como se ha podido disfrutar en otros conciertos de este ciclo, Ángeles Núñez canta cada día mejor, con pleno control de la emisión, del paso de los registros y de los recursos expresivos. Voz limpia y cristalina, que en la cantiga 185 encontró acentos llenos de delicadeza y de intimidad en un canto a flor de labios.

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