Cerró el Femás 2022 sus homenajes a Alfonso X el Sabio, por su ya pasado octavo centenario, con un recorrido por las músicas de las Españas de su tiempo, y no solo las de las tan manoseadas tres culturas (esto es, músicas sefardíes, andalusíes y de los cristianos ibéricos) sino también de los trovadores del sur de Francia, que tan fuerte influencia y presencia tuvieron en la música hispana de la última Edad Media.

Los músicos de Axabeba, el conjunto encargado del evento, tienen a sus espaldas muchos kilómetros de ferias y festivales medievales, y por ello una concepción de la música más cercana a lo funcional que a lo académico (no por ello, por cierto, con menoscabo del rigor histórico). Esto es, son músicos preocupados por una buena comunicación con el público (musical, y verbal si es necesario), algo que puede molestar a algún crítico estirado pero que está en la misma esencia de la música bien hecha. Por ello tocaron con más contacto visual con los espectadores que con la partitura (si la había), narraron las historias recogidas en las obras del programa (lleno, cierto, de greatest hits) e infundieron gran variedad tímbrica al concierto, con mención especial aquí a las capacidades de multiinstrumentista de Ignacio Gil.

En esa línea, la clara voz de Núñez supo conjugar la nitidez en la dicción con la agilidad en los melismas y los ornamentos, particularmente en una espléndida nana sefardí cantada a solo que, en estas fechas, sonó casi a saeta. Gil mantuvo firme la siempre delicada afinación de los instrumentos de lengüeta y lució un sonido sensual con la ajabeba, y Pastor, casi un fijo ya en el festival, acompañó con empuje rítimico y variedad de figuraciones.