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LA VIDA ES SUEÑO | CRÍTICA DE TEATRO

Calderón vuelve a Sevilla

Rebeca Matellán y Alfredo Noval en un momento de 'La vida es sueño'.

Rebeca Matellán y Alfredo Noval en un momento de 'La vida es sueño'. / Juan Carlos Vázquez Osuna

Ya adelantaba Braulio Ortiz en su crónica en este periódico que desde que Lluís Homar fue nombrado director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, en 2019, tomó la decisión de pedirle a su amigo, el reputado director Declan Donnellan, que colaborara con la CNTC. Tras dos años de pandemia ahora podemos ver el resultado de esta coproducción con La Zona y  la compañía Cheek by Jowl, liderada por Donnellan y Nick Ormerd. Un estreno que retoma la buena costumbre de la CNTC de realizar las premieres de algunas de sus producciones en el Teatro Lope de Vega de Sevilla.

La vida es sueño de Calderón de la Barca es una de las obras más representadas de la literatura española del barroco. Su visión sobre la realidad vivida y lo soñado es uno de los mejores tratados sobre filosofía que ha calado profundamente y  marcado a generaciones que han representado, una y otra vez, la vida del desgraciado Segismundo que se ve privado de la libertad tras su nacimiento a causa de un vaticinio que siguiendo la tradición de la tragedia griega auguraba que su carácter sería colérico y acabaría convirtiéndose en un rey despótico y cruel.

No es la primera vez que Donellan trabaja con un equipo de intérpretes que hablan otra lengua. Hace 30 años y, también en Sevilla, puso en escena Fuente Ovejuna de Lope de Vega. Ahora, con la adaptación y el espacio escénico de Nick Ormerod se enfrenta a esta versión de Calderón en la que aúnan un respeto absoluto al texto clásico con guiños a una cierta contemporaneidad que se manifiesta en el uso de recursos de telecomedias con sus músicas pegadizas y aplausos enlatados que agilizan la acción del drama calderoniano.

El teatro Lope de Vega retoma los estrenos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Donellan parece muy empeñado en naturalizar a sus personajes lo que provoca, en algunas ocasiones, que el texto llegue sincopado, hace tartamudear a Segismundo en su presentación y no mantiene una unidad en la forma de recitar de todos los actores queriendo dar personalidad a sus personajes a través de como dicen sus textos. Huye de buscar picos en las escenas más reconocibles y su gran hallazgo está en darle un protagonismo al padre-rey causante de la desgracia de Segismundo.

No llega a interesar esta propuesta que se debate entre un fuerte respeto al clásico, la factura técnica es excelente, y una cierta modernidad divertida que aporta poco. La obra seguirá todo el fin de semana y se han vendido todas las localidades.

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