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Cultura

'El Cascanueces', un cuento para todos

  • La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla pondrá música, desde hoy al domingo en el Maestranza, a las cuatro funciones que el Ballet Nacional de Estonia ofrecerá de esta joya del repertorio

Tras el éxito de La Bella Durmiente de Tchaikovski, el director de los Teatros Imperiales rusos le encargó al compositor un nuevo título en 1891 y, en diciembre de 1892, se estrenaba en el mítico Teatro Marinski de San Petersburgo El Cascanueces.

El nuevo ballet fue un trabajo de estrecha colaboración entre dos grandísimos artistas: el músico ruso y el coreógrafo Marius Petipa quien, además, intervino en el libreto a partir de la versión que Alejandro Dumas (padre) había llevado a cabo del cuento El cascanueces y el rey de los ratones del escritor y también músico E.T.A. Hoffmann. Un auténtico cuento de Navidad con sus niños, sus regalos, sus hadas, sus ratones, su mago y un Príncipe que es un cascanueces.

El éxito, sin embargo, no acompañó al principio a este ballet en dos actos, algunas de cuyas piezas (ocho en concreto) fueron unidas en una Suite ampliamente interpretada en forma de concierto. Fue a mediados del siglo XX cuando ganó notoriedad gracias, sobre todo, al montaje que realizara en 1944 el Ballet de San Francisco (la primera vez que se bailaba completo en EEUU) y, algunos años más tarde, la versión del coreógrafo George Balanchine para el Ballet de la Ciudad de Nueva York, televisada en 1950. Su popularidad había aumentado desde que una de sus danzas quedara inmortalizada en 1940 en la película Fantasía de Walt Disney y, desde entonces, El cascanueces pasó a ser en las navidades anglosajonas tan imprescindible como el turrón y los mantecados en la española. De hecho, se dice que hoy es el título más representado en el mundo junto a El lago de los cisnes.

Existen numerosísimas versiones del cuento, algunas de ellas bastante alejadas de la historia original. Entre ellas destacan la coreografiada en 1967 por John Cranko para el Ballet de Suttgart, la de Rudolf Nuréyev para el Teatro Real de Estocolmo (1968) o la que realizó Barysnikov en 1976 para el American Ballet.

En Sevilla, sin embargo, no se ha podido ver en demasiadas ocasiones. El escenario del Maestranza lo acogió por primera vez en enero de 1995 de la mano del Scottish Ballet, con coreografía de Lev Ivanov y Peter Darrel y con la Orquesta de Córdoba en el foso bajo la batuta de leo Brouwer. Más tarde, en enero de 2009, llegó interpretado por el Ballet de la Ópera de Düsseldorf, con coreografía de Youri Vàmos y con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el foso.

En esta ocasión (desde esta noche hasta el 11 de enero) también será la Ross, dirigida por Risto Joost (Director de la Ópera Nacional de Estonia desde 2009) la que acompañe desde el foso las evoluciones del Ballet Nacional de Estonia, una gran formación que está a punto de cumplir nada menos que cien años de historia.

La presente versión fue estrenada en 2010, sólo un año después de que Thomas Edur fuera nombrado director artístico de la compañía, y está firmada por Ben Stevenson, un coreógrafo nacido en Inglaterra en 1936, que ha desarrollado la mayor parte de su actividad en los Estados Unidos, siendo actualmente, desde 2004, el director artístico del Texas Ballet Theatre.

Su montaje, lleno de color y de fantasía, con sus danzas clásicas y sus danzas exóticas (la Danza Rusa, la Danza árabe, la Danza China, la Española...) y con su famoso Vals de las Flores, servirá sin duda para atraer a un buen número de niños. Menores que hoy vienen con sus padres y que, en el futuro, serán los que traigan a sus hijos, porque la danza clásica, por fortuna y a pesar de las dificultades que atraviesa, sigue renovándose día a día y demostrando su enorme vitalidad.

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