Clásicos lebrijanos

La discográfica Universal reedita dos de los primeros discos, en formato clásico, de Juan Peña 'El Lebrijano'

El Lebrijano, fotografiado en una reciente actuación.

21 de julio 2010 - 05:00

Qué gran época para la discografía flamenca, con esos siete minutos y pico por soleá con que se abre la entrega, el disco de 1973, titulado simplemente El Lebrijano que se incluye completo en esta edición, con gran parte también de El arte de mi tierra del año siguiente, y del mismo intérprete como es lógico. Un hombre joven, Juan Peña Fernández (Lebrija, 1941), en plenitud de facultades físicas y de conocimientos de la tradición flamenca.

Las otras dos entregas por soleá de esta recopilación pertenecen a la grabación de 1974: en la primera el cantaor está igualmente acompañado por las guitarras de Manolo Sanlúcar y Pedro Peña, mientras que la segunda, Soleá de Juaniquín, la inicia El Lebrijano con el único acompañamiento de los golpes de nudillos y las palmas, para agregar luego las guitarras, un recurso muy efectivo que inició su maestro Antonio Mairena en los sesenta.

Aunque el ritmo amalgamado por soleá es la base del cante lebrijano, hasta el punto de que se extiende a los fandangos y las cantiñas, como escuchamos en los cortes 7 y 10, titulado Alegrías del Pinini, el cantaor demuestra en esta entrega que su conocimiento del legado flamenco tradicional incluye también peteneras, granaínas, etc. De los cantes festeros, tangos y bulerías, que este disco incluye en abundancia, poco se puede añadir a lo que se ha dicho ya sobre estas interpretaciones salvo repetir que el cantaor es uno de los grandes intérpretes contemporáneos de estos géneros, hasta el punto de crear escuela en los mismos.

Es el más popular de los cantaores de Lebrija en la actualidad. Juan Peña Fernández El Lebrijano es un cantaor de voz poderosa que se inició con un estilo visceral y mairenista cien por cien, dominando la baraja estilística tradicional y registrando algunos discos indispensables y de factura clásica junto a las guitarras de Niño Ricardo, Paco de Lucía y estos dos con Manolo Sanlúcar y su hermano Pedro Peña. Sin embargo, dos años después de El arte de mi tierra se siente tentado por la experimentación, que ya había dado sus primeros frutos en La palabra de Dios a un gitano (1972), una curiosa misa flamenca con orquesta en la que canta acompañado de su madre La Perrata. Luego vendría la experimentación a gran escala. Experimentación temática primero, a través de textos de poetas como Félix Grande en Persecución (1976), disco conceptual en el que dio a conocer un nuevo género flamenco, el cante por galeras. Y experimentación musical más tarde, cuando inicia una exitosa colaboración con músicos andalusíes que le dio mucha popularidad y algún disco de oro: Encuentros (1983) y Casablanca (1998).

Juan Peña es hijo de La Perrata, hermano del guitarrista y cantaor Pedro Peña y tío del pianista Dorantes y del guitarrista Pedro María Peña, que es el que actualmente le acompaña en sus conciertos.

Por cierto que echamos de menos en esta edición el que se indique a qué estilo pertenece cada corte del disco, cosa que sería muy fácil de hacer y que se ha incluido tradicionalmente en todos los discos de flamenco desde los inicios de la discografía jonda. Un recurso que contribuye enormemente a la difusión y conocimiento de este arte. Así que animamos a los editores a hacerlo en el futuro.

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