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Cultura

La Colección Bellver: un final feliz para una historia accidentada

  • El Ayuntamiento informará el lunes del proyecto que exhibirá en el Pabellón Real los fondos del benefactor

Cuenta Mariano Bellver, en el catálogo que recoge el impresionante patrimonio pictórico que ha reunido este coleccionista y cuyos textos escribió Enrique Valdivieso, que "siempre" tuvo la idea "de que lo que yo atesoraba no sólo había de ser para mí, sino también para todos los sevillanos". Pero su ofrecimiento de donar a la ciudad a la que este bilbaíno llegó con apenas 12 años sus fondos, "la mejor colección particular en la pintura del siglo XIX de España", en opinión de Ignacio Cano, conservador jefe del Bellas Artes de Sevilla, se encontró con una larga y extenuante cadena de obstáculos. "A mi edad no puedo esperar. Y quiero despedirme sabiendo que todo este patrimonio que lego a Sevilla está perfectamente ubicado", llegó a asegurar el propietario de más de 370 cuadros, pero también de estatuas, muebles, orfebrería y objetos preciosos, ante la falta de un acuerdo definitivo sobre la ubicación de las obras cedidas. Al fin, Bellver verá su deseo cumplido: el próximo lunes, el coleccionista informará junto a representantes del Ayuntamiento del proyecto por el que sus piezas se exhibirán de forma permanente en el Pabellón Real, en la Plaza de América.

Terminan así unas negociaciones que acabaron haciéndose eternas, desde que Bellver expresara su voluntad a principios de 2007, cuando se puso en contacto con la entonces consejera de Cultura, Rosa Torres, y el delegado municipal, Juan Carlos Marset. El inicial interés de las administraciones por esta donación no hacía vislumbrar el tortuoso proceso que aguardaba. Se barajaron para la colección dos destinos: el Palacio de Monsalves, escenario que acogería la ampliación del Bellas Artes y se destinaría precisamente a la pintura del XIX, e incluso la propia casa del coleccionista, un palaciego inmueble situado en la Plaza del Museo. Bellver aceptó el enclave de Monsalves aunque puntualizó que el espacio que contemplaba la Junta no era suficientemente amplio para su colección completa, sin sospechar que la irrupción de la crisis complicaría la reforma que se proyectaba para el Bellas Artes.

Mientras el coleccionista y su esposa, Dolores Mejías, seguían completando sus fondos con adquisiciones -se supo de alguna compra en la subasta de Arte, Información y Gestión-, se puso de manifiesto el desencuentro entre el Consistorio de Monteseirín y la delegada de Cultura que sucedió a Marset, Maribel Montaño; la Junta llevó a cabo una tasación de los fondos cuyas conclusiones se retrasaban. En marzo de 2011, Bellver se consolaba con la inauguración de Imágenes y mitos en la pintura andaluza, la exposición que a partir de las obras maestras que había reunido a lo largo de más de medio siglo acogía el Bellas Artes, y en la que los ciudadanos pudieron apreciar el esplendor de un conjunto que incluye a autores de la talla de José Villegas, Sánchez Perrier, Jiménez Aranda, los Cabral Bejarano, Alfonso Grosso, Gonzalo Bilbao o Rico Cejudo. Entretanto, se hablaba de otros escenarios para albergar la donación: la Sala Santa Inés y el edificio que Cajasol posee en la calle Sierpes, la antigua cárcel de la ciudad.

Sevilla, que había perdido la batalla frente a Málaga del Museo Thyssen, parecía dejar escapar otra oferta irrenunciable. A finales de 2012, la paciencia de Bellver se agotaba y reconocía, a pesar de que su "primer compromiso" era con la capital andaluza, que estudiaba ofertas "del norte de España y de fuera". El lugar más pintoresco desde el que se interesaron por la colección fue Azerbaiyán, gracias a una firme propuesta del Gobierno de Bakú para exhibir su legado.

La apuesta por el Pabellón Real demuestra que las gestiones con el Ayuntamiento han llegado a buen puerto, como prometió Mar Sánchez Estrella a este periódico cuando llegó a su cargo de delegada de Cultura. "Nuestra intención es no permitir que un señor que generosamente dona su colección a Sevilla se aburra, se vaya a otra parte o que simplemente la ciudad se quede sin disfrutar su colección", declaró entonces.

A falta de conocer los términos concretos del acuerdo -por ejemplo, qué parte de la colección se queda fuera de un recinto que no podría exponerla al completo, qué trabajos de adecuación requiere el edificio concebido por Aníbal González-, Mariano Bellver puede respirar aliviado: su empeño al fin ha visto la luz tras un complejo laberinto. Los ciudadanos podrán apreciar así un patrimonio que aunque incluye representantes de otras escuelas andaluzas destaca en los autores sevillanos del XIX y principios del XX, un recorrido que pasa por el romanticismo, el costumbrismo pintoresco, el historicismo, el naturalismo o el regionalismo, con maestros que, como señala Enrique Valdivieso, escribieron "páginas pictóricas de mucha calidad". Para el catedrático de Historia del Arte, "no hay precedentes en la historia de España de una donación tan importante en número y calidad".

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