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Artes Escénicas

La buena travesía de Cristina Almazán

  • La actriz lleva a ‘Noctaíra’ su espectáculo sobre Jeanne Baret, la primera mujer que dio la vuelta al mundo, y trabajará el curso próximo con Paco Mir en una versión de ‘Rinconete y Cortadillo’

La actriz Cristina Almazán (Sevilla, 1981), fotografiada antes de esta entrevista.

La actriz Cristina Almazán (Sevilla, 1981), fotografiada antes de esta entrevista. / Juan Carlos Muñoz

La actriz Cristina Almazán lleva tiempo encarnando a Jeanne Baret, la primera mujer que dio la vuelta al mundo, pero aún no ha mermado el asombro que le provoca la biografía de la botánica francesa. A la intérprete le admira no sólo que su heroína se disfrazara de hombre para poder embarcarse en la expedición del navegante Bougainville, también el modo en que los nativos de Tahití la señalaron como mujer y destaparon el engaño en cuanto desembarcó allí, o cómo ella ejerció de tabernera en los tiempos de adversidad en las Islas Mauricio y acabó regresando a Francia con 6.000 muestras de especies vegetales que Baret y su protector Philibert Commerson, ya fallecido entonces, habían ido recogiendo y analizando en su travesía, "entre ellas la buganvilla, que conocemos gracias a su labor". Abordar a esta figura "extraordinaria, que la Historia no ha recordado como merecía" permite a Almazán mostrar el despliegue de recursos y la versatilidad que la caracterizan. "He podido trabajar con la voz, el acento, el cuerpo, y cantar. Me encanta contar historias cantando", reconoce la sevillana, que volverá a meterse en la piel de la exploradora el 24 y el 25 de este mes dentro de la programación de Noctaíra. Para el paso de La Baret por el ciclo de Alcalá de Guadaíra se pueden reservar las localidades a partir del día 16 en la web www.giglon.com, pero también habrá entradas disponibles antes de cada función.

Almazán ha interpretado esta semana, también en Noctaíra, a otra mujer única, Carmen Troncoso de Arce, una profesora que desde el IES Cristóbal de Monroy contagió a sus alumnos el amor por la escena. Amelia y la dama azul, de la compañía Teatro en el Mar, un texto del también director Juan José Morales, Tate, ha posibilitado el reencuentro de la maestra con sus paisanos. "En la obra, Carmen dialoga con una nieta que no llegó a conocer y le explica que ser actriz es una profesión emocionantísima, con la que puedes ser lo que quieras. Hay una frase en la obra en la que dice que ella es actriz todos los días de su vida, y eso lo confirma la gente que la rodeaba, que ella era un personaje todo el tiempo. Viendo un vídeo suyo advertí tal ímpetu que le pregunté a alguien si era argentina. ‘¡Cómo va a ser argentina, si es de Alcalá!’, me respondieron. Yo he intentado captar esa energía, no imitarla", dice sobre un espectáculo que se programará en Sevilla capital, en La Fundición, en enero.

El próximo curso, la agenda de Almazán contempla también otros montajes. Tras estrenar en el Fetén, ahora hará gira con Al calor del cancionero, una pieza "hermosísima" de Marta Torres y Teatro de Malta que "reivindica la importancia de la tradición oral" y en la que coincide con su pareja Santi Martínez. "Estaremos en La Rinconada en noviembre, pero el resto de compromisos son de Despeñaperros para arriba. Es curioso, porque Marta Torres tiene un Max y una carrera premiadísima, y le cuesta entrar en Andalucía, y a mí me cuesta llevar a mi Baret por los campos de Castilla. Hay una barrera que tenemos que romper de algún modo", opina. En el horizonte espera otra aventura que tiene a Almazán emocionada: los ensayos de Rinconete y Cortadilla, una versión que Paco Mir ha hecho del texto de Cervantes y que coprotagoniza junto con Moncho Sánchez-Diezma. "Yo crecí viendo lo que hacía Mir, es una referencia. Colaborar con él es algo parecido a cumplir un sueño".

"Por alguna razón hay en Despeñaperros una barrera que impide que nos salgan funciones por el resto de España"

Aunque Almazán es hoy un rostro veterano de la escena andaluza, no siempre tuvo clara su vocación. "Estudié Periodismo y terminé la carrera sin estar muy convencida. Decidí matricularme en el Centro de Artes Escénicas, y ahí conocí a Gregor Acuña, Ignasi Vidal, Marietta Calderón, Isabel Vázquez... Se me ponían, como diría mi padre, los ojos de bolillas, estaba fascinada, qué dos años más maravillosos viví ahí y cuánto aprendí", recuerda. Aquella joven que dudaba si trasladarse a Madrid o a Barcelona a probar fortuna encontró una razón para quedarse en el sur. "Patricia Díaz, que era mi profesora de canto, e Isa Ramírez, mi profesora de teatro musical, me dijeron que querían trabajar conmigo. De repente tenía una compañía", cuenta la actriz. Así nacieron Sin Ánimo de Pulcro y Sinónima y Antónima, un capítulo feliz en la historia reciente del teatro andaluz con el que Almazán entendió "que no me había equivocado y quería dedicarme a esto". Pero el éxito de aquella obra no continuó con la siguiente producción, Amores rodados. "Era un espectáculo de mayor formato, y coincidió con la crisis de 2010 y nos lo comimos con patatas. Tuvimos que cerrar la compañía con muchísimo dolor. Fue un tiempo oscuro en el que me aparté de la profesión", rememora la actriz, que también se adentró en la docencia y da clases en Vientosur Teatro y La Colmena.

Cristina Almazán. Cristina Almazán.

Cristina Almazán. / Juan Carlos Muñoz

Fue Ramón Bocanegra quien "rescató" a Almazán en 2013 y propició el regreso a su querido teatro musical con ¡Oliver Twist!, una de las experiencias que la artista evoca con más cariño de su trayectoria. Otro de sus trabajos predilectos es Duelo a muerte del Marqués de Pickman y lo que aconteció después con su cadáver, que la reunió con el "genio" Javier Centeno, la "bestia" Paz de Alarcón e Íñigo Núñez, "un amigo en cuyo talento siempre he creído".

El currículum de Almazán también reserva momentos inesperados, como la proyección que alcanzaron los videoclips que protagonizó junto a su familia –los Martínez Almazán– con el propósito de aportar algo de humor a la pesadumbre de la pandemia. "Nos llamaron de todos los programas, el de Ana Rosa Quintana y el de Cristina Pardo, y pensamos: ‘No nos va a faltar el trabajo después de esto’. Pero una cosa es la televisión y otra la realidad", concluye entre risas. La experiencia ha ayudado a la actriz a convivir con la incertidumbre. "He encadenado un proyecto tras otro y no me quejo, pero esa pregunta de por qué no me fui a Madrid me la he planteado algunas veces", confiesa. Aunque el balance pronto se decanta hacia la luz: "Otros compañeros han tenido sus desencuentros, pero yo siempre he estado rodeada de gente muy buena y muy bonita. Eso también es tener suerte".

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