QUATUOR DIOTIMA | CRÍTICA

El sonido y sus recovecos

Quatuor Diotima y Ligeti.

Quatuor Diotima y Ligeti. / Federico Mantecón

Ningún cuarteto como el Diotima para explorar todas las posibilidades del sonido de las cuerdas, para mostrar todas las posibilidades de los timbres y todas las inflexiones expresivas de los ataques. Y pocas obras tan adecuadas para ello como la integral de las composiciones para cuarteto de cuerdas de György Ligeti. La unidad en lo técnico y la unanimidad en lo pasional hace de este cuarteto un instrumento extraordinario a la hora de captar la atención y de crear tensión en el oyente, abducido por el despliegue de timbres y texturas que estos cuatro excepcionales intérpretes son capaces de exhibir.

Arrancó el primero de los cuartetos, que no oculta su herencia bartokiana, con un fraseo sinuoso, ondulante, milimétricamente regulado, para por medio de un crescendo alcanzar un primer clímax paroxístico mediante un sonido denso y brillante al mismo tiempo y ataques casi violentos en el Vivace, capriccioso. Fue fascinante el juego de colores mediante la combinación de los armónicos y el pizzicato en el Prestissimo, para a continuación ser capaces de plegar el sonido hasta dinámicas casi imposibles por debajo de las tres pes en el Andante tranquilo. Los glissandi dieron sentido irónico al Tempo di valse, mientras que en el Poco più mosso fue el intercambio de las sordinas el que avaló nuevas variedades cromáticas. Otros juegos de armónicos y glissandi inquietantes, junto al uso de las sordinas, pusieron un broche final etéreo, sutil, sostenido en el aire y en el reverencial silencio de un público ejemplar.

Para el más académico y primerizo Andante y Allegretto el Diotima optó por sonoridades más amables y por ataques más suaves, con un sonido liviano y cristalino en un segundo tiempo enunciado como si de un galante minué se tratase. Pero donde se manifestó, como en una transfiguración sonora, la rugosidad del sonido de este grupo fue en el segundo cuarteto, atacado con una misteriosa combinación de trémolos sobre armónicos en combinación con pizzicati, en un apasionante juego de texturas cambiantes. Ligeti parece adelantarse al phasing de Steve Reich en Come un meccanismo di precisione, con unos juegos de pulsos cambiantes que crea una sensación de inseguridad rítmica y tonal. La eclosión magmática del sonido, áspero y violento, llevó a la culminación de esta ceremonia orgiástica del sonido que nos regaló el Cuarteto Diotima.

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