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'¡Dolores, guapa!', el orgullo de una saeta marica

  • Jesús Pascual y Antonio Bonilla 'sacan del armario' en su documental el relevante papel del colectivo LGTBI en el mundo de las cofradías y sus vivencias de la Semana Santa

Un fotograma de 'Dolores guapa', documental de Jesús Pascual y Antonio Bonilla proyectado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Un fotograma de 'Dolores guapa', documental de Jesús Pascual y Antonio Bonilla proyectado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

Lola se pasa el año ahorrando, guardando dinero de dónde puede, para cuando llega la primavera acercarse con su amiga Esperanza a la floristería y pedirle 60, 70 "y hasta 100 euros" de claveles. El Lunes Santo va a recogerlos y se pasa la tarde sacando los pétalos que, al día siguiente, lanzará desde una azotea al paso de la Virgen de los Dolores en el que es, quizás, el día más importante del año para esta muchacha del Cerro. Nada en esta historia es extraño para un sevillano. Pero Lola, que había sufrido bullying en el colegio por "destacar", se encontró un día con los mismos chavales que ya habían llegado a pegarle. Cuando la vieron, empezaron a perseguirla. Ella cada vez caminaba más rápido hasta que pudo llegar a la parroquia y se encontró de frente a la Virgen. "Se convirtió en mi única amiga; simplemente era yo, ella... y yo podía ser yo. Fíjate hasta dónde es importante ella para mí, que yo no podía llamarme de otra manera. Yo me tenía que llamar Dolores". Lola le ha contado su historia a Jesús Pascual y Antonio Bonilla, director y productor de Dolores guapa, un documental que busca "abrir una conversación", en palabras de sus creadores, sobre una realidad: el importante papel que tiene el colectivo LGTBI en el día a día de las hermandades de Semana Santa y su impronta a lo largo de los años. 

La radiografía está hecha a partir de una veintena de entrevistas y es un híbrido entre una película "sobre Sevilla", a ojos del productor, y una película "de mariquitas", según la ve el director. Después de su estreno, el pasado lunes en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, ambos comentaron que, de todas las personas que habían participado en el film, sólo uno hablaba de su condición sexual de forma ortodoxa, es decir, utilizaba habitualmente la palabra "homosexual". El resto salta del "mariquita" al "maricón" con una facilidad pasmosa en un ejemplo perfecto de la resignificación de un insulto que, entre esos amigos que quedan para organizar petaladas y ver vírgenes de gloria, es más un apelativo cariñoso que otra cosa. 

El trabajo de Pascual y Bonilla, que ha durado unos siete meses entre el proceso de documentación y el montaje, es la salida de un armario en la medida que permite, con testimonios reales, conocer el orgullo de jóvenes que igual salen en una carroza con una drag queen en junio después de haber procesionado con una túnica de ruan en la madrugada del Viernes Santo. En los 108 minutos de metraje hay historias de cofrades de hermandades de barrio, de imagineros, bordadores y tatuadores; de grupos de amigos que se citan cada mañana de Viernes Santo en la calle Parras para ver a la Esperanza Macarena, costaleros que comenzaron montando una carrera oficial en el pasillo de su casa y también historiadores que relatan su primer encuentro con la Macarena como "una aparición mariana". Y a pesar de la diversidad de perfiles que hay en el documental, los creadores de Dolores Guapa reconocen que no les ha sido posible llegar a todos los sitios donde, en un principio, quisieron llegar. 

Un fotograma de 'Dolores Guapa' Un fotograma de 'Dolores Guapa'

Un fotograma de 'Dolores Guapa'

A pesar de las facilidades que se han encontrado -la hermandad del Cerro ha colaborado con ellos-, hubo quien les advirtió sobre las dificultades de llegar a cierta Sevilla que todavía tiene remilgos para incluir en su concepto de la Semana Santa el importante papel de esos mariquitas. En el documental queda reflejado cuando uno de los participantes admite que hay quien tiene que actuar "de forma discreta" para poder participar en la vida de hermandad. El problema es que esa discreción pasa por evitar ademanes u ocultar su relación con otro hombre. Sobre todo si se tiene en cuenta, como relata otro de los entrevistados, que muchos de estos chavales, cuando comienzan a descubrirse diferentes, encuentran en el grupo joven de la hermandad un lugar seguro para expresarse como son en realidad. Incluso una red social para ligar entre el montaje de un altar y la colocación de unas flores. 

Ese es, en palabras de Antonio Bonilla, uno de los bloques de hielo que Dolores guapa debe romper. Otro, que tampoco es baladí, es el de espantar el "clasismo" que destila cada crítica que llega desde fuera de Sevilla, en muchos casos procedentes desde la izquierda, que ve en las expresiones de fe como la que da nombre al documental algo atrasado y supersticioso. Ayer, viernes, los dos jóvenes creadores pusieron una pica en flandes con la proyección en Madrid del documental, que además de la pura crónica costumbrista incluye una vis cómica que los propios autores no esperaban del todo y, como hilo conductor, la historia de Antonio, el mariquita que sin ser consciente, puso los cimientos de Dolores Guapa cantándole a la Macarena una saeta delante del bar Vizcaíno.

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