STILE ANTICO | CRÍTICA

Honores sonoros a una reina

Stile Antico

Stile Antico / Marco Borggreve

Los coros ingleses nos descubrieron en los años setenta las bellezas infinitas de la polifonía renacentista, incluida la española que por entonces apenas si era interpretada por coros nacionales. Crearon, así, un estándar interpretativo que fue en su momento considerado como el canon estilístico y performativo para este repertorio y que se basaba en la búsqueda absoluta de la belleza del sonido global y en un fraseo que incidía más en lo trascendente que en lo expresivo.

Luego vinieron otras formas de abordar esta música que indagaban en las prácticas interpretativas del siglo XVI, en el tipo de voces para el que se crearon estas partituras y en la retórica de la expresión de los afectos.

Stile Antico mantiene su ADN vocal británico en el sentido de que las voces suenan con una impostación clásica, sin vibrato alguno y con un empaste perfecto que equilibra timbres y colores. Pero, por otra parte, asume la necesidad de profundizar en la relación detallada entre palabra y música mediante un fraseo que cuida los acentos y las inflexiones dinámicas y que va más allá de lo escuetamente indicado en las partituras.

Todo esto quedó en evidencia en un espléndido recital en el que el grupo mostró su versatilidad y su flexibilidad para dotar de misticismo a los textos litúrgicos sin renunciar a la expresividad (delicadeza a media voz del Jerusalem en Ne irasciaris de Byrd o el diminuendo sobre Contritus en Exaudi Domine de Ferrabosco), a la vez que para saber abordar los ritmos y los juegos retóricos en los madrigales, en los que supieron variar colores mediante diversas agrupaciones de las voces.

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