Iberian & Klavier Piano Dúo | Crítica

Doblando la esquina de la historia

Iberian & Klavier Piano Dúo en su cuarta sesión beethoveniana para Juventudes Musicales.

Iberian & Klavier Piano Dúo en su cuarta sesión beethoveniana para Juventudes Musicales. / P.J.V.

Séptima y Octava, estrenadas respectivamente en diciembre de 1813 y febrero de 1814, suponen las últimas etapas del Beethoven heroico en el mundo de la sinfonía. La Novena, que revolucionó el género con su final coral, tardaría diez años en llegar. Una Décima de carácter introspectivo quedó sólo esbozada cuando la enfermedad y la muerte sorprendieron al músico a principios de 1827.

La pequeña y lúdica Octava, que parece mirar otra vez al Clasicismo (ese minueto del tercer tiempo), pero sólo en apariencia, empieza con un rotundo tutti, que Laura Sierra y Manuel Tévar atacaron de forma muy relajada, suave. Fue un primer movimiento dominado por algunas de las obsesivas repeticiones del compositor y por un tratamiento muy ligado de los motivos. Obra de melodías cantables, las líneas se impusieron a los acentos, aunque el Allegretto resultó mucho más articulado y el Finale tuvo algo de eléctrico, con paradas y acelerones de ejecución un tanto espasmódica.

En el cuarto episodio de su integral beethoveniana el Iberian & Klavier mostró algunas de las claves de su mirada sobre el genio: una profundidad en la concepción de la arquitectura perfectamente compatible con los detalles. Por ejemplo, el inteligente uso del silencio en la transición de la introducción al primer Allegro de la Séptima supuso una manera de alimentar las expectativas del oyente de alto poder expresivo; la forma de integrar los matices agógicos con los dinámicos en el famoso Allegretto le dieron una especie de textura orgánica al movimiento: a cada estiramiento del compás correspondió un preciso matiz de intensidad. Después vino la expansión rítmica del Scherzo, admirablemente contrastado con el Trío doblemente expuesto: la articulación y el acento contundente del tema principal se relajaron en el secundario, hecho melodía encantadora con aire de coral. Todo ello condujo hasta ese esperado y orgiástico final, espléndidamente fraseado y articulado.

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