Festival Interestelar | crítica

Esta vez sí, aquí como en ningún lado

  • 40.000 espectadores han pasado por la pradera del CAAC durante las dos jornadas del Festival Interestelar, que el sábado brilló mucho más que el día anterior, con una oferta musical mejor y más diversa.

Vetusta Morla haciendo brillar el Interestelar

Vetusta Morla haciendo brillar el Interestelar / Studio Lo-Fit

La segunda jornada del Festival Interestelar se desperezó en la tarde del sábado con más lentitud que el día anterior. Y aunque al final llegaran a contabilizarse de nuevo en número de 20.000 los asistentes al recinto, hasta prácticamente el anochecer era bastante fácil llegar hasta las primeras filas de espectadores en los dos escenarios principales. En el J&B comenzaba, también hoy con rigurosa puntualidad, el concierto de Yorch, la única banda sevillana que, a excepción de la pareja de raperos, ha participado en esta edición del festival y aunque solo fuese por eso había que estar allí para escucharlos. Pero es que además, este grupo que lidera Jorge Naranjo con  el respaldo de Gonzalo de Cos, ofreció un magnífico concierto a pesar de ser el primero de esta magnitud de su todavía corta carrera. Apoyados también por un brillante dúo de metales, repasaron las canciones de su único disco, Bienvenidos a ningún lugar, llenándolas de referencias a Sevilla y a los amores surgidos en festivales como este mismo o el Sonar, e incluso estrenaron algunas nuevas, incluyendo una sobresaliente adaptación del poema Vals en las ramas, de García Lorca.

Carmen Boza es un encanto y domina perfectamente la escena y la comunicación con su público, que estaba totalmente rendido a ella, coreando sus canciones, gritándole cosas bonitas, a lo que ella respondió con uno de sus habituales conciertos de oscura guitarra y brillante voz, en el que, tras terminar con Gran Hermano, muchísima gente permanecía coreando su nombre ante el escenario Cruzcampo cuando en el de al lado atronaban los compases de la Niña kamikaze de Shinova. Si el concierto de Carmen podía degustarse agradablemente desde las gradas VIP, la fuerza de Cartas de navegación me arrastró hasta Shinova para mezclarme entre la gente que  ponía magia a las buenas canciones de la banda. Cuando interpretaron Volver los coros eran masivos y en Mirlo blanco los espectadores estaban ya desencadenados. Gabriel de la Rosa canta con pasión estas canciones para cerrar heridas, como El álbum, pero la guitarra de Erlantz Prieto las hace trascender. Su epílogo, el Get Back de los Beatles de fondo a sus saludos, se solapó con el Sunday morning velvetiano que sirvió de introito a la banda de Mikel Erentxun, pero tras varias canciones: El principio del final, Llamas de hielo, su concierto era tan gris que me fui a buscar pastos más verdes.

Ante el escenario Coolway había montada una fiesta de grandes proporciones; Tu Otra Bonita estaban dando, según ellos mismos, el concierto de su vida y la gente lo estaba festejando a lo grande. Nos están robando es una magnífica e irónica canción sobre las penalidades de los músicos, durante la cual la cerveza voló por los aires por primera vez en el festival. Y después, en Azul verdoso, lo que había sobre nuestras cabezas era material más sólido: una silla de ruedas, con la animosa chica que la ocupaba incluida.

Jairo Zavala es un gran músico que le da a todos los palos, lo que le permite brillar cuando se desata con el resto del grupo Depedro, tanto como cuando se vuelve cantautor carismático (maravillosa la versión de la Fiesta de Serrat que nos ofreció) o se enreda en alegres ritmos cubanos, como hizo en Flores y Tamales. Pero a mí me estaba mordiendo el mono del tercer escenario, y en cuanto Depedro se pusieron blanditos los cambié por Los Vinagres. Y no me equivoqué porque con estos viví grandísimos momentos. Este jovencísimo y poderoso trío hermanó su Canarias natal con Cuba y nos inundó con ritmos de mambo y swing de aires caribeños convertidos en un hard rock que a veces adquiría tintes hendrixianos con la potente guitarra de Abel en primer plano. Pero es que en Me enamoré de tu madre son puro The Who, o aceleran a Santana desde los acordes de Oye como va que ellos hacen propio dándole continuidad con ese no quiero parar de la letra que cantan.  Con Chibichanga y Verbenita, al final las dos, protagonizaron la latinada garagera más divertida de todo el Interestelar, de largo.  Después de la epifanía con Los Vinagres la verdad es que mi interés por Vetusta Morla estaba casi por los suelos, pero hay que reconocerles que en directo son avasalladores e hicieron vibrar esta noche a muchos miles de espectadores rendidos a ellos, que vieron sus expectativas superadas con creces. El crescendo de Deséame suerte marcó un punto sin retorno para un gran concierto en el que se apreció la versatilidad de estos Vetusta Morla ya fuese con la delicadeza de Al respirar, el rock distorsionado de La deriva o el histrionismo de la banda, marcado, pero sin desbocarse.

Había gran expectación por ver a Tote King al frente de una banda de rock completa como estos A Contra Blues que le respaldaron, además de DJ Nexxa y su hermano Shotta, que repetía noche interestelar. Y no nos vimos en absoluto defraudados, ya que desde el inicio con Mi política el rock y el rap vivieron un idilio que hasta ahora solo veíamos en el video de Run DMC con Aerosmith. A Contra Blues son una máquina capaz de clavar el Inmigrant song tal como Led Zeppelin para que después Tote King, usando la base de esa canción nos hiciese Botines y seguidamente subir hasta lograr el climax con Ni de ellos ni de ellas. Hubo un interludio de vieja escuela, solo con el respaldo del DJ, recordando antiguos raps; otra vez con la banda y la estridencia del scratch de Nexxa la poesía urbana de los hermanos se abrió paso nuevamente, con un Tote King tan en forma que casi sin tomar aliento fue capaz de encadenar cuatro minutos de rapeo, sin puente, estribillo ni mamoneo; a eso se le llama comerse el mundo en lugar de comerse los mocos, como él mismo señala en Puzzle. El final llegó con Bartleby, y antes Felicidad, en las que nos dice que si la tienes, compártela. Y eso es lo que hicimos todos los felices espectadores, que parafraseando de nuevo al propio Tote en Como en casa, teníamos claro que como se está en Sevilla, durante el Interestelar, no se está en ningún lado.

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