Joana Jiménez, la revisión de un género clásico

Ricardo Castillejo / Sevilla

22 de mayo 2009 - 05:00

¿Puede reinterpretarse la copla? Tal vez sí… o no. Todo dependerá de la forma de mostrar esa propuesta concreta, por un lado, y de los oídos que la escuchen, por otro.

Ante esa disyuntiva nos ha situado el martes y el miércoles Joana Jiménez en el Lope de Vega donde la ganadora de la primera edición de Se llama copla, ha presentado un primer disco titulado Salvaora durante un espectáculo bautizado con ese sobrenombre que tan bien la define: La voz de fuego. Una puesta en escena impecable la de la artista que, siguiendo esa filosofía de que los mejores se rodean de los mejores, ha buscado a un compositor destacado que la arrope en los arreglos de las melodías -realizados bajo un aura misteriosa y jazzística imaginada por José Miguel Évora-, amén de un impecable equipo de instrumentación, iluminación y, por supuesto, vestuario e imagen.

No obstante, la mayor baza de esta sevillana se encuentra en ella misma. Su carisma, su buena estampa, su dominio del movimiento y, sobre todo, ese torrente flamenco que posee constituyen un atractivo por el que se pasan por alto detalles como el aire de modernidad con el que se ha revestido un género que revive más gracias a Joana que al envoltorio. En definitiva, un fondo infinitamente más rico que la forma.

Desde Falsa moneda a Callejuela sin salida, desde las Habaneras de Cádiz a Triana, la intérprete desarrolló un gran repertorio dentro del que destacó la parte central, con bata de cola y bajo el sonido de nuestro cante jondo. Ahí fue donde alcanzó toda su dimensión una mujer que, al final -y por encima de lo demás-, dejó muy claro a los espectadores que habían asistido al nacimiento de una estrella. Y eso marca.

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