Mario Mora | Crítica

Elegante pianismo romántico

Mario Mora en el Alcázar

Mario Mora en el Alcázar / Actidea

Mario Mora (Cuenca, 1989) se presentó en Sevilla con un programa exigente en torno a las piezas tardías de Brahms, y lo hizo con una exquisita sensibilidad, poniendo el énfasis en la ternura y las efusiones más líricas de esta música, merced a un legato extraordinario y a una forma de cambiar el color y el peso de las notas mediante sutiles variaciones en la pulsación y el ataque que funcionaron de forma muy especial en todos esos pasajes que Brahms marca dolce en estas partituras, que son muchos. El Op.118 /1 del arranque resultó un tanto frío, falto de la pasión que está pidiendo la obra desde su primer acorde en forte, pero en Op.116/2 el contraste entre la polifonía del principio, destramada con claridad, y el delicioso pasaje melódico central, resultó esclarecedor, igual que la expresividad con que desbrozó el maravilloso Op.118/2.

En la Op.117 se apreciaron los problemas del piano amplificado en el Alcázar: las dinámicas quedan algo desvirtuadas, y en estas piezas (sobre todo, 1 y 3) son cruciales este tipo de matices. Mora dibujó sus líneas generales, pero las progresiones y los detalles quedaron un tanto oscurecidos. De todos modos, igual aquí que en Op.119 brilló por la claridad de los pasajes más densos como por la elegancia del fraseo (magníficos toda la noche esos compases que Brahms marca ritardando). En los insertos ajenos a Brahms resultó mejor el ágil Schumann de las Escenas del bosque, con una articulación mucho más en staccato, que el Liebestod wagneriano filtrado por Liszt, que no consiguió superar el paso de la prueba virtuosística a su trasfondo expresivo, el de un amor no sujeto a las leyes racionales.

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