MACARENA MARTÍNEZ & ÓSCAR MARTÍN | CRÍTICA

Sonidos inestables de un violín

Macarena Martínez y Óscar Martín

Macarena Martínez y Óscar Martín / D.S.

Dos bien conocidos intérpretes sevillanos pusieron punto y final a este trigésimo festival caracterizado, entre otras cosas, por el comportamiento inadecuado de buena parte de un público que parece no conocer los códigos más elementales de la asistencia a un concierto.

En lo musical se planteaba un atractivo concierto que exploraba la trayectoria del Romanticismo musical desde el claro precedente de la sonata KV 304 de Mozart al fulgor post romántico del Strauss de veinticuatro años, pasando por la tercera sonata de Grieg que, si bien coetánea de la de Strauss, se muestra más fiel al lenguaje del pleno Romanticismo.

Macarena Martínez comenzó la sonata de Mozart con un sonido más bien oscuro y sin brillo, con problemas de afinación en algunos pasajes, pero también con una apropiada aproximación estilística en la que evitaba el excesivo legato, controlaba el vibrato y era acompañada por un Óscar Martín de articulación picada-ligada y sobrio uso del pedal, con un sabio uso del rubato en en la exposición del Minuetto. Ya en plena efusión romántica, Martínez mostró una voluntad de frasear de forma ardorosa, pero a menudo se notaba una oscilación en la presión en los ataques y en las transiciones de los movimientos de arco abajo a arco arriba, con la consiguiente inestabilidad tonal. Con el fogoso piano de Martín en pleno uso de un fraseo enérgico y brillante, la sonata de Strauss fue lo mejor de la noche.

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