NEREYDAS | CRÍTICA

Cantos para el cuarto de una reina

Nereydas y María Espada en Espacio Turina.

Nereydas y María Espada en Espacio Turina. / Luis Ollero

Con mucha diferencia, María Bárbara de Bragança ha sido la monarca más melómana de nuestra historia. Educada en la muy musical corte de su padre João V de Portugal y con nada menos que Domenico Scarlatti como profesor particular de clave, la princesa portuguesa se trajo de su patria al casarse en 1729 con el príncipe Fernando no sólo al propio Scarlatti, sino mucha música a la última moda europea. De hecho, durante su estancia en Sevilla de casi cinco años, hizo que representaran en el Alcázar las primeras óperas escuchadas en la ciudad. Y una vez reina desde 1746, su protección a Farinelli hizo de la corte española uno de los centros operísticos más brillantes de Europa.

Toda esta fascinación por la música se materializa también en esa recolección privada de sus fragmentos operísticos preferidos que sirve de sustento documental a este concierto del grupo Nereydas.En cuanto a lo instrumental, hay que señalar lo desequilibrado de plantear un continuo de cuatro intérpretes (no acabo de encajar la guitarra como continuo en los teatros y cortes europeos del XVIII, por cierto) frente a una viola y dos violines, violines de sonido mate, chirriante y de nulo empaste además, con lo que se perdía toda la fuerza y la atención al detalle articulatorio que Illán imprimió a su dirección.

María Espada comenzó con un fraseo brusco, demasiado enfático, con agudos chillados y coloraturas poco fluidas. A una voz de su volumen le cuesta apianar en las arias sentimentales, como se vio en Se non ti moro allato, aunque en Deh, pietà estuvo conmovedora y regulando con gusto y mimo el sonido y buscando el acento apropiado para cada palabra. Su mejor momento llegó con Rendimi più sereno, con fuerza, brillo, pasión en los acentos, y una muy logradas vocalizaciones y trinos muy definidos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios