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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

ORQUESTA JOVEN DE ANDALUCÍA | CRÍTICA

La brillante madurez de la OJA

La OJA en su plenitud en el Maestranza.

La OJA en su plenitud en el Maestranza. / Guillermo Mendo

Aunque lo hayamos expresado en varias ocasiones anteriores hay que seguir diciendo que la Junta de Andalucía debería apostar aún más por una realidad tan esplendorosa como es la Orquesta Joven de Andalucía. Lejos de los cantos de sirenas de otros proyectos mejor apadrinados pero con resultados cuanto menos iguales, la continuidad, la visibilidad y el salto presupuestario correlativo deberían estar en la agenda de los responsables de Cultura de nuestro gobierno autonómicio. Porque la OJA también es nuestra, también es una tradición a punto de cumplir treinta años y también es un bien patrimonial de primer orden capaz de representarnos fuera de Andalucía y fuera de España con certeza de éxitos.

La demostración ha estado en este concierto que ponía a la nuestra ante un reto descomunal sólo al alcance de orquestas muy experimentadas. Domínguez-Nieto mostró poseer una cabeza analítica al servicio de un planteamiento acorde a las exigencias de la partitura. Sobresalió especialmente su capacidad para establecer un discurso sonoro transparente, a pesar de las ingentes masas orquestales a sus órdenes, de manera que fuesen perfectamente perceptibles todas las secciones y todas las frases instrumentales. No se recreó en tempos morososos, pero tampoco se dejó llevar por las prisas, marcando, eso sí, acentos y ritmos con claridad y con eficacia expresiva. Soberbias salieron de sus manos las abundantes progresiones dinámicas, con crescendi y clímax espectaculares en los dos primeros movimientos. En la exposición del primer tema del primer movimiento subrayó con sabiduría la tensión subyacente en los trémolos de las cuerdas mientras la cuerdas grave y los violines se respondían mutuamente en la enunciación del tema lírico. Como contraste, el director remarcó el carácter más rítmico del tercer tema. El arranque del segundo tiempo permitió a la batuta explayarse en un fraseo líirico sostenido por unos violines de sonido diamantino y repetido por una sobresaliente flauta. De nuevo la búsqueda de contrastes, más sutiles que extremados, la encontramos en el tercer tiempo en la transición a un trío fraseado con mimo tras una primera parte más rítmica y movida. Y en el último movimiento Domínguez-Nieto puso en juego a todas las secciones orquestales, instaladas en un sonido de apabullante calidad y calidez, aprovechando los abundantes pasajes de gigantesco unísono que nos recuerdan a los llenos del órgano, el instrumento consubstancial a Bruckner.

Después de tanta efusión de belleza y de esa construcción catedralicia del sonido orquestal, ¿de verdad era necesario despedirse con el pasodoble Amparito Roca, por mucho que sea la moda de las orquestas juveniles?

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