OSC de Vientos | Crítica

Una banda joven en éxtasis

La Banda de la OSC en el Teatro Central

La Banda de la OSC en el Teatro Central / Cicus

Formidable presentación de la Banda de la Orquesta Sinfónica Conjunta en el Central. El conjunto de más de 80 jóvenes se enfrentó a un programa por completo desafiante y lo hizo con una precisión y una profundidad notables. Camilo Irizo logró que la poderosa sonoridad de un conjunto de estas características (más de setenta instrumentistas de viento y siete percusionistas pueden hacer mucho ruido) no asfixiara en ningún momento el sentido orgánico de la música interpretada: hubo por supuesto momentos de colosal exaltación decibélica, pero incluso en ellos se mantuvo una apreciable claridad en las líneas y los planos sonoros.

Desde la llamada inicial de una trompeta solista, en la Canción de gesta de Leo Brouwer la epopeya revolucionaria se mueve en ritmos indómitos de naturaleza africana, con movimientos texturales ondulantes (¿el agua?) y citas haendelianas. Bien distinto del juego de repeticiones y los contrastes leves de Camarero, cuya Órbitas, aristas y desintegraciones estrenó la Banda Municipal de Sevilla en 2021. Impecable la participación solista de José Gómez Macías como saxo solista, con ese interesante uso de la espacialidad, pues empezó su participación en uno de los balcones de la galería baja antes de bajar al escenario.

La Música para Praga 1968 de Karel Husa fue un triunfo completo: desde la composición por bloques del arranque al emocionante coral de cierre, con un Interludio destinado exclusivamente a la percusión y una Tocata virtuosística con algunos efectos muy barrocos (ecos, disminuciones). Impresionante trabajo de dirección de Irizo manejando toda esa masa de sonido con admirable plasticidad y rigor.

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