Oliver Parker "refresca" el mito de 'El retrato de Dorian Gray'
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El realizador dirige a Ben Barnes, Colin Firth, Ben Chaplin y Rebecca Hall en la adaptación del clásico de Oscar Wilde
El director Oliver Parker regresa al universo de Oscar Wilde, "un escritor muy seductor, que reta al lector", con la adaptación al cine de El retrato de Dorian Gray. Como ya hiciera con La importancia de llamarse Ernesto o Un marido ideal (eso sí, esta vez sólo dirige y el guión corre a cargo de Toby Filnay) el también responsable de títulos como Otelo y Fundido a negro ofrece una "refrescante" adaptación del clásico, encarnado en el actor Ben Barnes.
Entre el thriller gótico y el cine de terror (género favorito de Parker porque le permite la posibilidad de "crear mundos que fabricamos en nuestra imaginación o nuestros sueños"), El retrato de Dorian Gray es "una especie de paradoja de alguien que es, a la vez, la bella y la bestia", según confiesa el director. "Oscar Wilde es un personaje muy seductor que reta al lector desmontando las ideas preconcebidas. Bromeando con la hipocresía, nos destapa los miedos y terrores que llevamos dentro", afirma el también actor, guionista y director teatral.
Sin llegar a ser una revisión del clásico modernizada, esta adaptación introduce elementos nuevos en la historia. El joven y guapo Dorian Gray llega con su ingenuidad a Londres, donde conocerá toda clase de vicios gracias a Lord Henry Wotton (Colin Firth), quien le hace ver que lo único que vale la pena en la vida es la belleza y la satisfacción de los sentidos. Tras bajar a los infiernos, vender su alma al diablo y negarse a envejecer, el retrato que le hizo su amigo Basil irá desfigurándose a la vez que él comete más actos de libertinaje y perversión. Cuando pasados los años aparece en su vida el personaje que encarna la actriz Rebecca Hall, una sufragista hija de Wotton, ésta le dará la posibilidad de redimirse y encontrar el amor.
Otro cambio es el del aspecto de Dorian, que en el libro es un joven rubio de ojos azules, mientras que Barnes es moreno con ojos oscuros. "El mayor reto era desarrollar en pantalla lo que me emocionó de la novela", dice el actor. Dar vida a "un monstruo atormentado" como Gray le supuso "todo un reto", si bien tras el rodaje acabo sintiendo "simpatía" por él.
Respecto a la mala influencia que ejerce sobre el protagonista el personaje que encarna Firth, Barnes señala que él también ha sido tentado en su carrera profesional para conseguir el éxito a cualquier precio. Pero escapar de las tentaciones o caer en ellas "forma parte del proceso de maduración", anota. "Tenemos que aprender de nuestros errores", señala Barnes, que declara que si bien muchos de los compañeros del equipo encontraron ciertos paralelismos entre Dorian Gray y Mick Jagger (en cuanto a la forma de disfrutar la fama y exprimir la vida, en cierto modo, por encima de las normas), el Rolling Stone no fue "un modelo a seguir" para preparar su papel. "Aunque sí he ido a cinco de sus conciertos", bromea.
Barnes, que ha finalizado el rodaje de Las crónicas de Narnia: la travesía del viajero del Alba (que se estrenará en diciembre) y que está inmerso en una comedia "tonta de rock and roll" titulada Matando a Bono, afirma que, pese a su profesión, no está obsesionado con la belleza. "Sólo presto atención a mi imagen cuando trabajo y cuando hago entrevistas", declara el actor de 28 años, que al igual que Gray no aparenta los años que tiene.
Parker también se refiere a la belleza, y dice que para él "la perfección es lo contrario a la belleza". "Es una trampa terrible aferrarte a algo que al final acaba yéndose", explica el director, que entre sus próximos proyectos destaca una comedia de espionaje protagonizada por Míster Bean.
Por último, el director afirma que su intención con El retrato de Dorian Gray y con el resto de sus películas siempre ha sido comunicarse con el público. "No tiene sentido hacer algo sólo para ti, hay que buscar un equilibrio entre agradar al público y abordar un tema que te fascine", concluye.
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