ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA|CRÍTICA

De Nápoles a Sevilla con flauta

Enrico Onofri

Enrico Onofri / D.S.

Con el ya tradicional retraso de quince minutos y con un público más ruidoso de lo esperable de la comunidad universitaria, la OBS acudía a su cita anual en la apertura del curso universitario. Un concierto en buena parte extraño, porque aparecía rotulado como inserto en el Proyecto Atalaya, pero es bien conocido que la universidad ha dejado morir dicho proyecto y que éste estaba centrado en la recuperación de las músicas de las catedrales andaluzas. Pero lo que se leía en el programa de mano era una muestra de la escuela instrumental napolitana del siglo XVIII. Otra muestra más de la deriva antimusical en la que se ha sumido de un tiempo a esta parte la cinco veces centenaria Universitas Hispalensis.

Siempre se esperan con fruición e ilusión los conciertos de la OBS, máxime cuando el nombre de Enrico Onofri concurre en el papel de director. Pero en esta ocasión la ilusión no llegó a colmarse, esencialmente por haber diseñado un programa con obras de mayor interés histórico que musical, pues no es precisamente el instrumental el fuerte de la escuela napolitana, más centrada en la ópera. Con todo, Onofri y la OBS pusieron todo su empeño por hacer valer estas músicas y se pudo así disfrutar de ese empaste y ese sonido carnoso que la OBS sabe desenvolver gracias a una precisión y una conjunción magistrales. Onofri, como bien sabemos por aquí, se recrea en los detalles articulatorios y busca siempre la mayor carga expresiva de cada frase. Peñalver, tras un comienzo algo inseguro, se asentó en un virtuosismo de la mejor ley.

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