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La Plazuela | crítica

Asumiendo las contradicciones

  • El ciclo Pop Caac terminó brillantemente en la noche del jueves con el concierto de La Plazuela, para el que habían agotado las entradas con varios meses de antelación

La Plazuela

La Plazuela / Blankauve

Tengo ya más de seis décadas y media de vida y he aprendido a vivir con mis contradicciones, a domar actitudes heredadas de tiempos atrás, cuando las claves sociales estaban distorsionadas. Eso se puede aplicar también a la manera de enfrentarme a la música. Además, desde que comencé a escribir en un medio generalista como es este Diario, asisto a conciertos a los que en otras condiciones no iría, lo que me ha llevado también a desechar muchos prejuicios y a saber valorar el arte y la respuesta de grandes cantidades de público a ese arte; de grupos y cantantes que no entraban en la definición de buena música que yo tenía establecida. No hay más que considerar que entre mis grupos de cabecera, de los que más efecto han tenido en mi vida, se encuentra uno tan iconoclasta y extraño como The Residents y, sin embargo, en los últimos años, el concierto en el que más me he divertido de todos a los que he asistido ha sido el de una gente tan opuesta a ellos como los Gipsy Kings.

Esta introducción viene a cuento porque en el concierto de La Plazuela, que cerraba el ciclo del Pop Caac en la noche del jueves, a pesar de los problemas técnicos sobrevenidos entre La antigua Judería y El lao de la pena; de que muchas veces los músicos que acompañaban al dúo titular parecían de atrezzo más que reales -hubo un momento, al final de Realejo Beach en el que viendo bailar al bajista, con gran revoloteo de brazos al aire, me preguntaba que quién leches estaba tocando el bajo que sonaba- y que la música pregrabada que lanzaban, más que de apoyo o de complemento, fuese tan protagonista como para que el sonido continuase siendo tan potente y envolvente como durante todo el concierto aunque sobre el escenario solo estuviesen el Nitro -si es que realmente tengo claro quién es él y quien es el Indio, que me parece que no- y el batería cuando comenzaron los bises; del repelús que me producía bailotear con una canción que habla de la valentía de los toreros; lo pasé muy bien y me pareció un magnífico concierto. Tanto a nivel compositivo, como conceptual y lírico.

La Plazuela La Plazuela

La Plazuela / Blankauve

Hay bandas, de las que no voy a ponerme ahora a dar nombres, que cuando hacen fusiones del flamenco con otra clase de músicas, les sale una caricatura en la que los rasgos negativos resaltados parece que los ha hecho alguien que piensa que realmente son así. Sin embargo, escuchando a La Plazuela uno sabe que no está delante de un pastiche, que los rasgos exagerados que vemos, que escuchamos, los ha puesto así alguien que realmente es consciente de que no son reales, de que está dando forma a una caricatura entrañable, que sirve de sana diversión. Volviendo a caer en el vicio de personalizar el texto, puedo decir que yo también he sido un chaval de los que hacían vida en la plazuela -sevillana en vez de granaína-, de los que trasegaban litronas mientras escuchaba cualquier música que saliese del radiocasete de alguno de nosotros; por eso sentí que no había impostura alguna sobre el escenario cuando, por ejemplo, en Tu palabra, volví a recordar el soniquete de Ni más ni menostu palabrica a mí ya no me vale na' porque el tiempo pasa pa' todos igual… para pasar de forma totalmente natural a la atmósfera de la parte más funky de Another One Bit the Dustsiendo un chiquillo, con muy mal fario… Estoy convencido de que en la plazuela de donde han sacado el nombre, estos dos: el Nitro y el Indio, Luis Abril y Manuel Hidalgo, se empaparon de canciones tanto de Los Chichos como de Queen. Y si realzan el groove resultante con citas de letras que cantaban La Argentinita, Aurora Vargas y Bernardo el de los Lobitos, la mezcolanza pierde las connotaciones peyorativas de la palabra, para convertirse en algo maravilloso.

Cuando comenzaron, todavía volvía yo de aprovisionarme en la barra y no estoy muy seguro de si la intro la hicieron con La ida, pero cuando ya pillé buen sitio y terminaron La primerica helá con fraseos de teclado y de bajo, me ganaron para la causa definitivamente. Después de Tu palabra dejaron el disco que están presentando, Roneo Funk Club, para retroceder tres años y recrear Placeta de la Charca, Principios del siglo XX, y notar como estos dos también sucumbieron de chavales al reggae que todo lo inundaba. Por los altavoces sonó la abuela, quizás de alguno de ellos, introduciendo Mi tarara, del single Jamila que editaron el año pasado, que es igual pero no es lo mismo que lo que Camarón cantaba por tarantos. Con Péiname Juana todo se desbordó, el Patio del Padrenuestro, totalmente lleno de espectadores que habían agotado las entradas hace ya dos o tres meses, se llenó de brazos al aire, de teléfonos móviles apuntando las pantallas al escenario; había llegado la hora del techno, y le dieron otro pisotón al acelerador en La antigua Judería. Fue una pena que todo se viniese abajo con el posterior fallo de sonido.

La Plazuela La Plazuela

La Plazuela / Blankauve

Pero como no hay mal que por bien no venga, al solventarlo comenzaron lentamente, con toques de guitarra flamenca, El lao de la pena, para volver a izarnos en los saltos a medida que los contundentes ritmos electrónicos volvían a apoderarse del ambiente. También tuvo esa estructura Realejo Beach, la canción que Nitro nos contó que compuso pensando en todos los que en agosto no tienen una playa donde ir y se quedan a pasar calor en Graná, o en Sevillaquedamos en la calle lo peor de cada barrio… para terminar el set en forma de rave fiestera. Volvieron después y fueron enlazando Mira la niña, los Tangos de Copera, las colombianas de La vuelta, en un entorno de breakbeat enloquecido al que no tuve más remedio que sumarme, ya lo dicen las tres letras del nombre de este sonido, EBM, música electrónica p’al cuerpo. Y como mientras uno está saltando no puede tomar notas de lo que está sucediendo, dejo aquí la crónica; total, en ella he faltado tanto ya a los cánones del buen periodismo que porque lo haga una vez más tampoco pasa ná. Lo que sí entendí, y me gustaría dejar claro, fue lo que dicen al final del concierto, en esa pieza technoflamenca que lo cerró, como declaración de intenciones: no tengo más que ofrecerte que las cosas que he vivío. Y yo me creo totalmente su propuesta. Fueron otros tiempos anteriores, pero yo también las he vivío.

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