Público animado, sonido saturado

Gira 'paraíso' Con una mezcla de nuevas canciones y éxitos de siempre, el artista recaló ayer en el Estadio de la Cartuja

Alejandro Sanz realizó duetos junto a otros cantantes como Bebe, Vanesa Martín o el rapero Junior · La puesta en escena resultó atractiva y envolvente

El intérprete se ganó anoche a las alrededor de 25.000 personas que fueron a disfrutar de su música.
El intérprete se ganó anoche a las alrededor de 25.000 personas que fueron a disfrutar de su música.
Ricardo Castillejo / Sevilla

11 de junio 2010 - 05:00

Enmarcado por una lluvia de efectos luminotécnicos -la real desapareció antes de comenzar el espectáculo-, apareció Alejandro Sanz en el Estadio de la Cartuja diez minutos después de las diez de la noche (hora prevista para el inicio). "¿Hay concierto o no hay concierto?", fueron sus primeras palabras y el "grito de guerra" para avisar a sus 25.000 seguidores de que venía con un ánimo excelente para empezar y, además, con ganas de dejar "al aire" esa alma suya a la que tanto le gusta dirigirse en sus famosas letras.

Con una inteligente mezcla en el repertorio de nuevos temas (de su más reciente disco, Paraíso Expréss) y esos otros que, durante mucho tiempo, han ido engrosando su innumerable conjunto de admiradores, el intérprete fue desde Peter Punk, con el que arrancó su presentación, a clásicos como Viviendo deprisa o Corazón Partío. Melodías que forman parte ya de la memoria colectiva y que, para ciertos casos, se convirtieron en duetos tan poco afortunados como el de Cuando nadie me ve, ofrecido junto a Bebe -cuya ínfima voz, a pesar de la ayuda de la técnica, apenas se escuchó-, o los más acertados de Lola, con la malagueña Vanesa Martín, o Mala, recreada conjuntamente al rapero Junior. Fueron las "sorpresas" que Alejandro quiso traer a una ciudad a la que, es evidente, le unen fuertes vínculos y, en consecuencia, mucho cariño. "Sevilla es la madre de los paraísos, la isla de los sueños...", exclamaba entre vítores.

Como asistentes, rostros conocidos como los de la presentadora Cristina Tárrega -y su marido, Mami Quevedo-, Pastora Soler, el humorista Miguel Caiceo o el torero Víctor Puerto y su esposa Noelia. Sin embargo, la velada no resultó del todo "amable", pues la saturación de la banda provocó el que, más que sonido, la sensación continua fuera de ruido. Con unos bajos marcados en exceso, las melodías -aunque el respetable no dejara de celebrar con emoción tema tras tema- perdieron lucimiento y, a pesar de los esfuerzos del maestro de ceremonias, la sensación final que quedaba no era precisamente de armonía.

Sea como sea, valga por delante que no pretendemos aquí poner en duda ni la profesionalidad ni el talento de este ídolo de masas que, a sus 41 años, sigue arrasando allá por donde pasa. A las pruebas nos remitimos y, en alusión a una de sus composiciones, "todo lo que fue es lo que... es".

Claro que, su puesta en escena sí que ha evolucionado, pues, con un espíritu quizás más americanizado, tanto la disposición de la banda y del coro como el resto de elementos que conformaban el conjunto evidenciaban que Alejandro vuelve con la lección bien aprendida del país por excelencia del show business (donde reside) Eso sí, como se está y se canta en la tierra de uno, no se está ni se canta en ninguna tierra.

stats