ROSS. Gran sinfónico 6 | Crítica

Baches en el camino de la ROSS

Conrado Moya tocando a Rodrigo con la ROSS y la batuta de Sebastian Perłowski

Conrado Moya tocando a Rodrigo con la ROSS y la batuta de Sebastian Perłowski / Marina Casanova

La cosa ya no fue todo lo bien que podía esperarse en la reciente Jenůfa, y en su vuelta a los conciertos de abono, la ROSS ha vuelto a presentar su peor cara. El arranque del Concierto de Rodrigo con un acorde en fortissimo absolutamente descontrolado, horrísono, impropio de una orquesta de esta categoría, hacía temer lo peor, y aunque luego en este arreglo para marimba del insulso Concierto heroico del maestro valenciano la atención se centró esencialmente en el fogoso virtuosismo del alicantino Conrado Moya –al que el público aplaudió con entusiasmo–, el conjunto tardó en reponerse, y si acaso lo hizo en el crescendo final del tiempo lento, con una ROSS al fin reconocible.

Es cierto que la orquesta sevillana es bastante sensible a batutas poco refinadas, y aunque la experiencia con Perłowski en el Concierto de Año Nuevo de 2022 resultó muy positiva, no parece que el maestro polaco haya sabido embridar a un conjunto que se desmandó con facilidad en el momento en que las dinámicas empujaban más de la cuenta, y toda la noche las estuvo Perłowski apretando. Su Schumann fue extraordinariamente irregular, ya desde la entrada fallida de trompas y trompetas en un primer movimiento tan exaltado como impreciso y lleno de desajustes. Prosaico el Larghetto, pero en los dos últimos movimientos volvió a mostrar el polaco la buena mano para el rubato que ya le conocíamos, aunque las imprecisiones no cesaron, por ejemplo en la atropellada vuelta del tema del Scherzo tras el segundo trío, que casi se come un compás. Un concierto olvidable.

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