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Ruibérriz, Díaz, Rossi, Rico & Casal | Crítica
Ruibérriz, Díaz, Rossi, Rico & Casal
***** Música Antigua. Made in Seville. Rafael Ruibérriz, traverso barroco; Jacobo Díaz, oboe barroco; Leo Rossi, violín barroco; Ventura Rico, viola da gamba; Alejandro Casal, clave.
Programa: ‘Concerts royaux’ (1722) de François Couperin (1668-1733). Lugar: Espacio Turina. Fecha: Jueves 12 de mayo. Aforo: Media entrada.
En torno al clave de François Couperin los músicos de cámara de Luis XIV alegraron sus últimos meses con una música extraordinaria, la que Couperin editaría años después (1722) con el título de Concerts royaux, que no son otra cosa que cuatro suites típicas de la música francesa, todas ellas encabezadas por un preludio al que seguían una serie de variables aires de danza. Más allá del clave, la instrumentación no estaba fijada, pero las alternativas estaban claras, porque además conocemos los nombres de los músicos que participaron en aquellas sesiones. Cualquier amante de la música barroca en Sevilla reconoce también a quienes han asumido sus papeles en este recital del Espacio Turina, pues son habituales de los mejores conjuntos de la ciudad (empezando, por supuesto, por la OBS).
Sus interpretaciones resultaron de una suavidad, una elegancia y un refinamiento exquisitos. La relajada sonoridad que proporciona el bajo diapasón característico de la música francesa (la a 392 Hz), su tono aterciopelado, más velado y menos brillante que el típico a 415 Hz que se ha hecho habitual para todo el Barroco, explica parte de esa deliciosa cadencia sonora, pero detrás lo que hubo fue un trabajo depuradísimo de equilibrio, una delicadísima mezcla de colores, una formidable manera de escucharse. Con tempi en general moderados (incluso, lentos, pero porque se lo podían permitir, tenían mucho que decir) y un fraseo curvilíneo y cuajado de matices (los obligados agréments, pero también las dinámicas), Ruibérriz (que participó en los Conciertos III y IV), Díaz (Conciertos I y IV), Rossi, Ventura y Casal (que tocaron en todos) hicieron que por unos minutos todos los asistentes nos sintiéramos un poco reyes.
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