Sabían lo que querían y ellos se lo ofrecieron
Fest. The Graffiti Classics. Canto y violín: Frances Grime y Alice Pratley. Canto y viola: Stephen Kennedy. Canto y contrabajo: Cathal Ó Dúill. Dirección escénica: Chris George. Lugar: Sala Duque-Imperdible. Fecha: 20 de octubre de 2011. Aforo: Lleno.
El famoso volcán islandés que paralizó el tráfico aéreo durante semanas en 2010 tuvo entre sus numerosas consecuencias evitar el encuentro de los ya famosos The Graffiti Classics con el público sevillano, quien este año esperaba al cuarteto británico con la lección bien aprendida; sabían a lo que iban: a un espectáculo explícitamente desprejuiciado en el que de lo que se trata es de batir palmas, corear clásicos de siempre, interactuar con los músicos y soltar el estrés entre risas.
Así, a los dos minutos del comienzo de 16 cuerdas con mucho humor queda clara la fórmula que se vende y uno se explica a la perfección por qué el grupo actúa un día frente a la familia real inglesa y al otro en el colegio público de un suburbio. El éxito está en aprovechar el poder de atracción que tienen los temas inmortales de la música clásica y ligera -ese imán que en cualquier lugar del mundo hace que a un músico callejero le formen un improvisado corrillo espectadores de toda clase y condición-, y de hacerlo a partir de una inteligente puesta en escena que los sirva con aderezos cómicos. Un directo al mentón para el respetable, que se lo pasa bien haciendo un poco el indio y reconociéndose en una comunidad de iguales.
Nada sería lo mismo, y es delgada la línea que separa lo bueno de lo muy malo en estos casos de exposición directa de intenciones, sin el contrabajista irlandés Cathal Ó Dúill, un auténtico payaso que eleva el nivel del espectáculo con su humor kamikaze y su desvergonzada apuesta por implicar al público en cada segundo. A través de él también se intuyen muchas cosas, entre ellas que los músicos también se lo pasan bien en el espectáculo, y que, a lo mejor, lo suyo hubiera sido revitalizar para la ocasión el vejado concepto de "sala de fiestas", pues estaría por jurar que estas 16 cuerdas con mucho humor ya serían sublimes con una copa entre los dedos.
También te puede interesar
Lo último