Sally Bowles, de Berlín a la Gran Vía
El musical por excelencia, 'Cabaret', regresa a la Gran Vía madrileña en una versión que descubre el talento vocal de Cristina Castaño, la actriz de la serie televisiva 'La que se avecina'
Cabaret ha vuelto a la Gran Vía y es difícil no prendarse de la nueva Sally Bowles, el papel que encumbrara en la gran pantalla a Liza Minnelli y más recientemente, en el teatro musical español, a Nina y Natalia Millán. Ahora es la actriz Cristina Castaño, célebre por su papel en la serie televisiva La que se avecina, la que presta su físico elegante, sexy y divertido a un papel que a lo largo de dos horas y media de función permite descubrir también su voz rotunda y sugerente. Castaño es una de las apuestas del director Jaime Azpilicueta para esta nueva versión que puede verse en el Teatro Rialto de Madrid y donde comparte protagonismo con otros dos actores que han hecho rápidamente suyos a sus personajes: Edu Soto, que interpreta al maestro de ceremonias, el papel más comprometido de la función y el encargado de abrirla al ritmo del mítico tema Willkommen, y Daniel Muriel como el novelista Cliff Bradshaw, el estudiante de Cambridge que se instala en la desenfadada capital de la República de Weimar buscando inspiración para una novela. La peripecia vital de Bradshaw es el punto de partida de la historia, al igual que en la novela de Christopher Isherwood Adiós a Berlín (Goodbye to Berlin, 1939), el texto que, junto a otros relatos, sirvió de base para el musical que triunfó en Broadway y Bob Fosse llevó al cine en 1972. Como su protagonista, Isherwood tuvo que abandonar la capital alemana, en su caso en 1933 por el temor al régimen nazi, con el que mantenía evidentes diferencias.
Todo musical que se precie y que sea digno de competir en la abultada oferta actual de la Gran Vía -donde El rey león le ruge a diario a Priscilla, la reina del desierto- debe contar con unos secundarios de lujo y esa carta la juegan aquí voces como la de Marta Ribera, una de las grandes damas del musical español (Chicago, West Side Story, Grease, Ay, Carmela), que ya interpretó a Sally en una versión anterior. Ahora, como Fräulain Schneider, vive una historia de amor esencial para el desarrollo de la trama con el frutero judío al que encarna Enrique R. Del Portal. Víctor Díaz asume, por su parte, el rol más incómodo del espectáculo, el del amigo alemán que azuza los conflictos, especialmente cuando sus pupilos entonan en una fiesta Tomorrow belongs to me (El mañana nos pertenece) y anticipan la tormenta de odio y xenofobia que se precipitará sobre los personajes.
El odio a los judíos, la insolidaridad, el miedo, la miseria... todos los dramas y lacras que asfixiaron la Alemania de Weimar están perfectamente expresados en este musical cuyos últimos minutos acentúan esa desolación que en la película de Bob Fosse insinuaban los rostros reflejados y deformados en el magistral juego de espejos. Es tan impactante el final de Azpilicueta que evita cualquier posible comparación con la versión de 2003 que reunió en el Teatro Nuevo Alcalá a Natalia Millán, Asier Etxeandía y Manuel Bandera como protagonistas, con un rotundo éxito de público y crítica.
Gracias a una certera traducción de las canciones al castellano, los espectadores de Cabaret pueden adentrarse mejor en la maraña de emociones, burlas y lágrimas que se encadenan en este musical. E identificarse con cualquiera de sus protagonistas, especialmente esa Sally Bowles decidida a ser cantante contra todos -incluida ella misma- en el tema que da título al espectáculo, al son de "La vida es un cabaret, no hay más".
Las coreografías están muy cuidadas pero posiblemente lo que más llame la atención del público será el vestuario, con el ajustado traje rojo que Castaño luce sobre un fondo de terciopelo de igual tono en el tema Cabaret. La escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda y el vestuario de Antonio Belart permiten viajar al Berlín de 1931 en esta producción que recupera la versión original que se estrenó en Broadway en 1966 y le saca un gran partido a la caja escénica del Teatro Rialto. Tanto que, como afirmaba un grupo de turistas vallisoletanas la noche del estreno, ansiosas por que el maestro de ceremonias las subiera al escenario a gastarles una broma, "merece la pena ver este Cabaret más de una vez". Para facilitarlo, la productora Som ha puesto ya a la venta las entradas para los pases extraordinarios de diciembre: habrá dos funciones diarias el domingo 6 y el lunes 7, y una Especial de Nochevieja el día 31 a las 22:00 que incluye uvas, cava y cotillón para celebrar el cambio de año en la Gran Vía, el segundo gran destino cultural de Madrid tras el Prado.
También te puede interesar
Lo último