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CULTURA

Cuando Sevilla es la musa

Fachada de Casa Vizcaíno realizada por Alfredo Rodríguez.

Fachada de Casa Vizcaíno realizada por Alfredo Rodríguez. / M. G.

Sevilla ha sido retratada por un sinfín de artistas. Desde el genio Bartolomé Esteban Murillo y sus patronas Santa Justa y Rufina hasta Gustavo Bacarisas con la obra Sevilla en fiestas en la que representa a tres mujeres ataviadas con trajes de flamenca, mantillas y abanicos. Sin dejar de mencionar el cuadro que Villegas Cordero dedicó a la muerte del torero Bocanegra tras su cogida en la Real Maestranza en 1880 o el lienzo que Bilbao Martínez dedicó a la Fábrica de Tabacos y Las cigarreras. Una obra en la que se pueden apreciar muchos detalles de las condiciones de trabajo de estas trabajadoras. 

La capital hispalense sigue siendo una fuente inagotable de inspiración para numerosos artistas locales. Sus costumbres, sus tradiciones, sus personajes más icónicos, sus bares, su música, su día a día e incluso sus juegos de luces son motivos de obras que se reinventan con nuevos estilos y herramientas. 

Además de esta modernización en las técnicas, las redes sociales se han convertido en el mejor expositor para los ilustradores locales, que han visto en estas plataformas una vía –y un altavoz sin fronteras– para mostrar sus trabajos, pero también para tener un contacto directo con sus seguidores, gestionar peticiones y atender todo tipo de sugerencias sin renunciar a que la temática principal de sus obras sea esta ciudad que pasea entre la leyenda, el misterio, el folklore, la tradición y la vanguardia.

Y es que cualquier detalle puede convertirse en el centro de un nuevo trabajo. Una azotea poblada de tendederos, las fachadas de los negocios más clásicos, la Feria de Abril y, por supuesto, la Semana Santa. Obras que se confeccionan en la capital hispalense, pero sus destinos han llegado a cruzar las fronteras internacionales. Porque nadie podría inventarse una ciudad como Sevilla.

"Hay temas con los que intento ser combativa"

LA ilustración digital ofrece más opciones para explorar, para errar y para experimentar con nuevas técnicas. Estas razones motivaron a que Lucía Vélez empuñara una tableta gráfica en 2019 y se adentrara de pleno en un mundo totalmente desconocido. De hecho, no tenía ninguna pretensión, mucho menos económica, cuando la pandemia azotó la vida de todos y, para su sorpresa, en su caso vino acompañada de una oleada de creatividad que le permitió realizar hasta una ilustración diaria durante el confinamiento. Teniendo en cuenta este nivel de productividad, comenzó a subir sus trabajos a su cuenta de Instagram (@lucvepa) que, en ese momento, solo contaba con amigos y familiares entre sus fieles. "Les pedía que me dijeran palabras para sacar ilustraciones y hubo una que marcó un antes y un después en mi cuenta y en mi vida: Andalucía", señala la artista.

Para desarrollar este término, Vélez manifiesta que puso todo su "empeño" en mostrar "ese sentimiento de cariño que uno tiene hacia su tierra y su cultura". Una ilustración que se hizo viral “e incluso a día de hoy, tres años después, se sigue compartiendo en fechas señaladas como el Día de Andalucía. Fue la que dio pie a que la gente me empezara a conocer", recalca.

Actualmente cuenta con casi 22.000 seguidores con los que interactúa prácticamente a diario, está preparando la apertura de una tienda física en pleno corazón de la calle Feria (el número 140) y compagina este logro profesional con el gran hito de su vida personal: acaba de ser mamá. 

Confirma que su fuente de inspiración es "representar la Sevilla que conozco, pero no con los ojos del típico turista que siempre se lleva el mismo recuerdo de la ciudad o visita los mismos lugares". En este sentido, considera que "sin su gente", no se puede conocer la capital hispalense ni "nuestras costumbres. Es una forma de reivindicar las enseñanzas de nuestros padres y abuelos".

Ilustración realizada por Lucía Vélez. Ilustración realizada por Lucía Vélez.

Ilustración realizada por Lucía Vélez. / M. G.

Pero no solo hay un componente más tradicional y clásico en las ilustraciones de Lucía Vélez. También hay denuncia y crítica social: contra el turismo masivo que se adueña poco a poco de los centros neurálgicos de las ciudades, contra la falta de opciones y ayudas para los emprendedores y, por supuesto, contra el machismo. "No voy de abanderada de nada, pero es verdad que hay temas que me tocan un poco más y sí que intento ser un poco combativa y dar a entender mi opinión de las cosas para darles visibilidad".

En estos momentos, sus obras y camisetas se pueden adquirir en una de las partes que tiene reservada dentro de la tienda Flamingos Vintage Kilo, en la calle Jesús del Gran Poder, 61. Además, tiene un puesto físico en el Espacio Sacáis, en el barrio Santa Cruz, donde únicamente vende láminas.

En paralelo, también hace obras bajo encargo previo, prácticamente de cualquier característica: desde la confección de retratos hasta dar forma a cualquier idea que un seguidor le sugiera.

"Los sevillanos compran mucho producto local"

Javier Navarro vivió una situación sin precedentes en la historia local: la portada que diseñó para la Feria de Abril 2020 –un homenaje al Hotel Alfonso XIII– se montó en dos ocasiones. Una estructura efímera que, finalmente, fue centinela de esta fiesta en 2021. Pero su historia con el dibujo comenzó mucho antes, concretamente en su niñez. 

"Siempre me ha gustado el dibujo. De hecho, de pequeño iba a clases, pero nunca había realizado pinturas arquitectónicas ni urbanísticas", explica el arquitecto sobre sus primeros pasos hasta iniciar su carrera en la Hispalense. 

Precisamente, fue un trabajo de fin de máster el detonante para desarrollar su faceta como ilustrador. "Tuve que realizar un estudio sobre los orígenes de la Plaza Nueva de Sevilla. Para ilustrar su evolución me pareció que lo más didáctico era recrearlo a través de dibujos", apostilla Navarro. Unos primeros bosquejos cuyo fin principal era el de “transmitir la atmósfera”. 

Una amiga cercana le aconsejó hacerlos públicos en un perfil de Instagram e incluso le sugirió el nombre con el podría darse a conocer: @sevilladibujada. En 2017 abrió este canal y comenzó a alimentarlo con contenidos "sin un orden fijo", ya que solo le seguían amigos y familiares. De hecho, indica que la colección de dibujos fue creciendo a base de encargos de conocidos hasta experimentar un boom cuando se dio a conocer su diseño de la Portada de la Feria. 

También es cierto que, a partir de aquí, "empecé a aburrirme un poco de los dibujos en axonometría desde arriba, como a vista de pájaro de las iglesias, y comencé a cambiar un poco". Una variación de registro y una evolución de distintos estilos que dio pie a introducir diferentes simbologías que caracterizan la idiosincracia de la ciudad.

Ilustración realizada por Javier Navarro. Ilustración realizada por Javier Navarro.

Ilustración realizada por Javier Navarro. / M. G.

De este modo, comenzó a experimentar con los símbolos de las hermandades, con las paletas de colores de la ciudad e incluso con Curro, la icónica mascota de la Expo'92. "Al final voy cambiando de técnicas de forma intuitiva, no hay una guía prevista”. Precisamente, esta falta de previsión convierten sus obras en únicas, porque funcionan "como un desahogo" para Navarro. 

Sí que reconoce que, curiosamente, los dibujos que más se venden son aquellos a los que ha dedicado menos tiempo, "pero tienen una idea que funciona". "Uno de los que más gusta es el de condensar Sevilla dentro de una paleta de colores del Pantone. En comparación con los de la Iglesia del Salvador o los de la Alameda de Hércules requiere mucho menos tiempo".

Javier Navarro compagina esta afición con su trabajo en la Universidad de Sevilla y apostilla que no quiere dedicarse plenamente a ello para poder investigar en todas las técnicas e ideas que se le ocurren con libertad y reinvención. También sostiene que uno de los puntos clave es que los sevillanos "consumen mucho producto local y esto facilita que siempre haya temas susceptibles de ser dibujados".

"Un tendedero en tu bloque puede servir de inspiración"

Cuando vives lejos de tu ciudad es, sin duda, cuando más la echas de menos. Y cuando realmente te das cuenta de que la capital hispalense no es solo un enclave al que volver, sino un protagonista más de tu vida. Es el caso de Pablo Travasos, un sevillano que actualmente ejerce como bibliotecario universitario en Madrid y echa de menos cada día su barriada de Los Carteros, sus bares e incluso las luces que juegan entre los edificios cuando el sol cae poco a poco. 

En las aulas de la Facultad de Bellas Artes empezó a desarrollar una de sus grandes pasiones. Aunque cursó la carrera que da nombre a la institución, lo hizo en la especialidad de Restauración. "Pero desde chiquitito he estado siempre con lápices", señala Pablo, aunque no sabe muy bien si este amor floreció por culpa de su padre, que regentaba la antigua Casa Padura. 

Tampoco sabe muy bien "si el algoritmo hizo magia" cuando, poco antes de la pandemia, subió su primera ilustración a su cuenta de Instagram @Al_travaseo y empezó a ganar seguidores de forma rápida. Este primer dibujo era un homenaje al emblemático cómic 13, Rue del Percebe pero ilustrando las fiestas de primavera en cada una de las plantas y estancias. Túnicas de nazareno colgadas en tendederos, una flamenca volviendo a casa en patinete eléctrico junto a su novio enchaquetado e incluso un repartidor, o rider, de torrijas. Los detalles son innumerables.

Ilustración realizada por Pablo Travasos. Ilustración realizada por Pablo Travasos.

Ilustración realizada por Pablo Travasos. / M. G.

Reconoce que "está infectado" de Andalucía y se le ocurren temas relacionados con las ocho provincias constantemente. "La Alhambra la siento tan mía como Cádiz, Huelva o Jaén. Todo es mi casa y cuando dibujo intento reclamar una Andalucía amable". De hecho, una de las excepciones a esta ola de positivismo fue una ilustración que publicó el pasado 8 de mayo en la que el Giraldillo tiene un candado para maletas en la boca: "No hay forma de ver amablemente el tema del turismo en Sevilla".

Afirma que echa de menos cada día que pasa lejos –ahora mismo reside en Madrid– y que ahora que está lejos es consciente de que la ciudad tiene "una luz especial" y que "incluso un tendedero en tu bloque puede ser una inspiración".

Uno de sus principales méritos, por el que siente especial orgullo, es que una de sus láminas, la de La Escuela Omeya, ha sido utilizada en los colegios para que los estudiantes conozcan a las personalidades más emblemáticas de Andalucía. Una imagen en la que Juan Ramón Jiménez y su burrito Platero conviven con Lola Flores, Veláquez, Bécquer, Averroe o Sfdk.

Colabora con el sello Camijetas, que cuentan con una sede física en  la calle San Eloy, para los que también hace dibujos con temática musical: desde el rockero Silvio hasta El Pali. Sin embargo, no se dedica a la ilustración plenamente: "Eso me da libertad de dibujar cuando quiero y lo que me apetezca".

"Mis amigos dicen que voy a acabar con los bares de Sevilla"

Los bares de Sevilla son patrimonio de la ciudad. Lo saben los turistas, pero son aún más conscientes los autóctonos. Sus barras son testigo de esas reuniones en las que se solucionan los problemas del mundo entre amigos, se tiene una primera charla con un amor y se espera la llegada de un paso junto a un padre durante la Semana Santa. En el caso de la capital hispalense, no solo tiene un componente emotivo el interior de los locales, también los tienen sus exteriores. Alfredo Rodríguez lo sabe y se ha especializado en convertir las portadas estos templos en el centro de su obra. 

Paseando a uno de sus perros durante el confinamiento, con el silencio de las calles vacías como principal protagonista, pasó por delante del Hotel 1800, se fijó en su fachada y la fotografió para dibujarla. Pero la primera que hizo de forma profesional fue El Vizcaíno, "porque me gustaba mucho y lo echaba de menos". Dando paso después al emblemático negocio de copas Garlochí. 

Estas fueron las primeras que hizo por decisión propia que dieron paso a que sus seguidores, en la cuenta @alfredorfz, les fueran pidiendo las fachadas de sus tascas favoritas: Casa Eme, La Mina, El Rinconcillo o El Tremendo. Una colección que roza la centena. "Mis amigos me dicen que voy a acabar con todos los bares de Sevilla, pero eso es imposible. Necesitaría 20 vidas", cuenta el ilustrador entre risas.

Recuerda que vivió un punto de inflexión cuando su amigo Julio Muñoz, El Rancio, le compró un par de láminas y las compartió en sus cuentas: "Ese día me quedé sin batería cuatro veces. En un solo día subí 1.000 seguidores". Ahora alcanza casi 5.500 y sus obras han traspasado las fronteras de la capital hispalense, llegando a Estados Unidos, Suiza, Francia o Italia. Muchos de estos compradores son sevillanos y es una forma de tener un pedacito de la ciudad en sus paredes.

Fachada de Casa Vizcaíno realizada por Alfredo Rodríguez. Fachada de Casa Vizcaíno realizada por Alfredo Rodríguez.

Fachada de Casa Vizcaíno realizada por Alfredo Rodríguez. / M. G.

Tal es el volumen de solicitudes que atiende, que ahora se dedica plenamente a ello con una lista de espera de unos seis meses: "Siempre he querido ganarme la vida dibujando". Y lo hace con tal nivel de detalle y realismo que asombra: en sus láminas se observan desde los extintores hasta los servilleteros y carteles.  

Además de estos seriales, que muchos seguidores coleccionan con tesón, indica que si tuviera tiempo le encantaría comenzar una colección de cúpulas de la ciudad o de Sevilla vista desde el aire "y que se vean los tejados de las casas con todos sus colores y matices. Porque cualquier rincón es una fuente de inspiración". 

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