Música clásica

Sinfonías en sombra

  • Sir Colin Davis graba por tercera vez la integral sinfónica de Jean Sibelius, uno de los más grandes maestros del género

Sibelius: Sinfonías. Orquesta Sinfónica de Londres. Sir Colin Davis LSO Live (4 CD) (Harmonia Mundi)

El 24 de marzo de 1924, Jean Sibelius dirigía en Estocolmo el estreno de su 7ª Sinfonía. Le quedaban aún 33 años y medio de vida, pero su obra estaba ya prácticamente cerrada. Sólo el poema sinfónico Tapiola y algunas piezas breves salieron de su pluma en todo ese tiempo, mientras la idea de una octava sinfonía que sirviera de síntesis a todo su universo orquestal daba vueltas y más vueltas, boceto va y boceto viene, hasta llegar incluso a las manos de un copista, sin que jamás se atreviera a ponerle fin o presentarla al público.

Su carrera como sinfonista había empezado en 1899, con una primera obra que hablaba todavía el lenguaje heroico del Romanticismo, teñido por colores oscuros y brumas norteñas. La , de 1902, parecía fortalecer además la exaltación nacionalista (Sinfonía de la liberación fue llamada por sus compatriotas), un sentimiento que puede rastrearse ya en sus poemas sinfónicos de los años 90 y en Kullervo (1892) una especie de híbrido entre éstos y el oratorio, por la presencia de dos solistas vocales y un coro. El compositor estaba en cualquier caso más preocupado por los principios formales que por los contenidos extramusicales de su obra, y ello se nota en su 3ª Sinfonía (1907), escrita en tres movimientos, que gira bruscamente hacia la concisión y la claridad, acogiéndose a presupuestos clásicos y rechazando la elefantíasis sinfónica postromántica entonces de moda.

Con todo, es con la enigmática, introspectiva, sombría (1911) con la que el finlandés se asegura un puesto entre los músicos más audaces de su tiempo. Obra circular, que emplea sin ambages la atonalidad y la politonalidad, fue acogida con frialdad e incomprensión. Aunque con pasajes por completo luminosos y resplandecientes, las sombras acechan también sobre la (1915), que muchos han entendido como un canto a la naturaleza, y ello a pesar de su tonalidad de mi bemol mayor (¡como la Heroica de Beethoven!). En la (1923) se retoma la senda clasicista de la , pero ahora abandonándose a una melancolía a la vez sobria y exquisita. Con la , el compositor pareció querer liberarse de un plumazo de toda la tradición del género, componiendo un fresco orquestal en el que el material fluye y refluye en un permanente contraste entre modo mayor y menor, expansión y colapso, luz y sombra. Después, a Sibelius sólo le quedaba el silencio.

Sir Colin Davis ha venido registrando en los últimos años con la Sinfónica de Londres y en vivo su tercera integral de las sinfonías del compositor, que ahora el sello de la orquesta londinense publica en cuatro discos (que incluyen Kullervo) para dejar constancia del extraordinario binomio que forma el director británico con el compositor finlandés, siguiendo así la tradición marcada además de por sus anteriores trabajos por los de otros compatriotas, como Beecham, Barbirolli o Rattle, todos ellos extraordinarios intérpretes de uno de los mayores sinfonistas del siglo XX.

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