El informalismo radical en la música de hoy

Taller Sonoro | Crítica

Ignacio Torner, Elisa Urrestarazu, Baldomero Lloréns y Pilar Rius en el Espacio Turina.
Ignacio Torner, Elisa Urrestarazu, Baldomero Lloréns y Pilar Rius en el Espacio Turina. / P.J.V.

La ficha

Taller Sonoro

**** XIII Festival Encuentros Sonoros. Elisa Urrestarazu, saxofones; Pilar Rius, guitarra eléctrica. Taller Sonoro: Ignacio Torner, piano; Baldomero Lloréns, percusión; Javier Campaña, electrónica.

Programa: ‘Radicals’

Chaya Czernowin (1957): Sahaf [2008]

Arturo Fuentes (1975): Cala [2022]

José Mª Sánchez Verdú (1968): Oxide [2011]

Carlos D. Perales (1979): Love Portrait [2022]

Fernando J. Laguna (1979): Synapse [2022]

Marco Momi (1978): Ludica II [2009].

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 12 de noviembre. Asistentes: Unas 50 personas.

Desde el futurista Luigi Russolo y sus máquinas de intonarumori, que tienen ya más de un siglo, una corriente informal convive con la formalista en la música occidental. Es una corriente que como gran río ha ido incorporando elementos diversos, a veces por correspondencias con otras artes, y dividiéndose en brazos (la música concreta, la electroacústica, el noise, la acusmática...) para llegar con fuerza al siglo XXI. Esta propuesta de Taller Sonoro, compartida con la saxofonista malagueña Elisa Urrestarazu y la guitarrista madrileña Pilar Rius, se acercaba a seis piezas en las que ese informalismo juega un peso importante (al menos, en cinco de ellas).

Dos de las obras (Cala del mexicano Arturo Fuentes y Synapse de Fernando Laguna) eran estrenos absolutos, mientras que Love Portrait de Carlos Perales se ofrecía también en una nueva versión revisada. De ellas, era la de Laguna la propuesta menos radical, la única que trata el piano en toda la extensión de sus aproximadamente diez minutos de duración en forma siempre convencional. Partitura que empieza contemplativa, casi invocando la mirada impresionista, pero que se anima en agitados movimientos para terminar arrimándose al puntillismo. Cala, para saxo y electrónica, de Fuentes, es en cambio una obra que no deja de producir sorpresas, en sus inquietantes columnas de aire sin altura, en los efectos de ruido conseguidos con las llaves del instrumento y en el empleo de la live electronic, con el sonido del saxo devuelto a la sala convenientemente manipulado, creando atractivas texturas granulares. La malagueña Urrestarazu estuvo espléndida, como toda la noche, confirmando todo lo bueno que ya sabía de ella por sus anteriores comparecencias en escenarios sevillanos. En cuanto a Love Portrait es una obra que arranca con un zumbido electrónico y se mueve luego por impulsos en los que los ritmos regulares se encajan con períodos no lejanos al free jazz más vanguardista.

Por más que esta formación cuartetística pueda recordar a otras similares que se ven en el mundo del jazz o del rock, quitando esos rastros en la obra de Perales, no aprecié ningún intento de acercarse a esos estilos musicales. Abrió Sahaf de la israelí Chaya Czernowin, una obra de rara intensidad, una fisicidad rotunda, que explora los límites del registro (del saxo barítono a un sopranino, por ejemplo) y que se mueve por cambios bruscos de ritmo, con el piano siempre manipulado (preparado o por el uso de pizzicati y percusiones directamente sobre sus cuerdas), glissandi sugerentes en la guitarra y pasajes no lejanos a la idea de la música saturada de Cendo. Cerró Ludica II de Marco Momi, obra con un peso muy notable de la rítmica y abierta al contraste de acontecimientos extremos (el ruido al lado de pequeñas, frágiles cadencias líricas), hasta un sugerente final en suspenso.

Dejo para el final la fascinante Oxide de José María Sánchez Verdú, una música de una exquisita sutileza en los contrastes texturales, apoyada en un apreciable ostinato rítmico, que soporta un juego de dinámicas leves, fronteras con el silencio, y de armónicos (el saxo soprano sobre las cuerdas del piano), antes de terminar su proceso de oxidación con un lento apagarse entre el saxo tenor y los acordes de la guitarra, explotada principalmente por la riqueza de sus matices de color, en toda la noche magníficamente aportados por la guitarrista madrileña.

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