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Cultura

Viento Sur inaugura la escuela-teatro de Triana, su "revolución invisible"

  • Un año después de la colocación de la primera piedra, el nuevo espacio comienza su actividad con una fiesta de presentación para representantes de la comunidad teatral y vecinos del Tardón

En el barrio de Triana, más concretamente en el Tardón, "el arrabal del arrabal", bromea Jorge Cuadrelli, en la confluencia de las calles Alvar Núñez, Rubén Darío y San José de Calasanz, con el azaroso y bienvenido aval, recuerda Maite Lozano, de "un conquistador, un poeta y un santo", la nueva escuela-teatro de Viento Sur se inauguró anoche, justo un año después de la colocación de la primera piedra del solar, propiedad del Ayuntamiendo y cedido durante 50 años a Viento Sur, la compañía y escuela fundada por Cuadrelli y Lozano en Milán en 1992 y asentada definitivamente en Sevilla desde dos años después.

Ha sido un proceso complicado, con dificultades imprevistas en el camino. Entre ellas, la desvinculación del proyecto de Matilde Coral -"nos hemos quedado solitos", dice Lozano antes de dar "un toque a Junta, Ayuntamieno y Ministerio de Cultura"- o la obligatoria reformulación del proyecto por imperativos técnicos: las obras del Metro y problemas con el abastecimiento de agua obligaron a redimensionar -reducir- las lindes del teatro y a realizar otro proyecto arquitectónico. Finalmente, del teatro de cuatro millones de euros y tres plantas que soñaban (cuando el espacio aún estaba concebido para compartirlo con la escuela de baile flamenco de Coral) queda hoy, si acaso, un esbozo, la base a partir de la cual estos dos pragmáticos con discurso estoico y reformador esperan, sobre todo, integrarse completamente en el tejido cotidiano de los habitantes de esta parte de la ciudad.

Junto con los representantes políticos, numerosos profesionales de las artes escénicas y amigos de la pareja -cómplices, apunta Cuadrelli, de su "revolución invisible"-, muchos de los vecinos del Tardón estaban invitados a la fiesta de inauguración que se celebró en el nuevo espacio. Una celebración que los responsables de Viento Sur aprovecharon también para mostrar a todos los asistentes lo que han dado de sí los aproximadamente 750.000 euros invertidos en el proyecto (400.000 aportados por el Ministerio, unos 40.000 procedentes de las arcas municipales y el resto, alrededor de 300.000, aportado por Lozano y Cuadrelli tras recibir un préstamo bancario).

"Pero todo eso es un coñazo", se queja Cuadrelli, que interrumpe, socarrón, la enumeración de obstáculos y esfuerzos personales de Lozano. "Esto", dice el actor y dramaturgo nacido en Argentina mirando alrededor, conversando ante el escenario de la escuela-teatro, "es un desafío a la tristeza y también nuestra respuesta al victimismo que muchas veces encontramos al leer los periódicos". En su lucha contra los elementos también les ayuda su capacidad para "hacer las cosas también sin dinero". "Cuando veo esas subvenciones de 50.000 euros me digo: uy, lo que nosotros haríamos con eso. ¡Una nueva planta entera del teatro! Es bonito tener dinero, pero lo que yo digo es que se puede hacer arte con menos dinero, no sin dinero, pero sí con menos", dice Lozano. "De hecho -tercia él-, siempre hemos tenido problemas de reconocimiento artístico por hacer cosas con poco dinero. Para algunos somos como esa gente que hace... cositas. Y lo que yo digo es que el teatro, más allá de la décima fila, es televisión".

Cuadrelli dice esto último con ánimo provocador, entre risas y reconociendo la boutade, aunque a su manera, exagerada, sí, pero reveladora, de la concepción que en Viento Sur tienen de su oficio, y de su "labor pedagógica", a la que han dedicado sus mayores esfuerzos y de la que se muestran "muy orgullosos". Él suele decir que se ocupan del "tránsito de la pasión a la profesión". El que hicieron, de su mano, Álex O'Dogherty, Juan Luis García Pérez, Vicente Romero, Paz de Alarcón, Práxedes Nieto, José María Peña o Paz Vega, entre tantos y tantos otros actores que se formaron en esta escuela y luego, como dicen Lozano y Cuadrelli, "porque es lo normal, se fueron para volar solos".

Entre los objetivos que se han marcado para este nuevo comienzo en casa propia -tras la longeva etapa en la sala El Cachorro y su "exilio" posterior, primero en la calle Cueto y Cano, en el centro, y luego en una nave industrial en San Jerónimo- se encuentra el de constituirse más firmemente como compañía. Sin olvidar -porque es la verdadera razón del proyecto, insisten- su vocación de cantera teatral. Los 400 metros cuadrados del espacio, con dos aulas de 100 y 130 metros cuadrados, aparte del teatro (con aforo para cien personas), una pequeña biblioteca en la entrada, un almacén y un patio en el que, aún no, pero pronto, quieren habilitar un espacio escénico al aire libre, todo eso, dice Cuadrelli, estará al servicio de "ideas nuevas, de iniciativas de los vecinos, porque percibimos que de algún modo la gente se ha cansado de ser espectadora y quiere actuar, y además ya hay muchos sitios para programar a compañías al uso y queremos ser actores sociales, implicar de manera participativa a la gente del barrio".

Dado que desde el principio están habituados a "estar en varios frentes", los artífices de Viento Sur alternarán en verano su actividades habituales en los últimos años -el Corral de Comedias de Triana y el ciclo de Noches en el Palacio de la Buhaira, este último si se solventan algunos problemas técnicos de última hora- con tres cursos de verano en el Tardón (de preparación al examen de Arte Dramático, todos los sábados de junio; de iniciación al teatro, del 1 al 12 de julio; y de teatro infantil, del 1 al 5 de julio). Ya "a pleno rendimiento" a partir de septiembre, el nuevo espacio ampliará su oferta con otros cursos: de esgrima y verso, de comedia musical, canto y voz, comedia del arte, clown y, entre otros, danza contemporánea.

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