Volver a la casa revuelta
Crítica 'Cirkus Columbia'
Cirkus Columbia. Drama, Bosnia-Rusia-Francia-Alemania-Belgica-Serb¡a, 2010, 113 min. Dirección y guión: Danis Tanovic. Fotografía: Walther van den Ende. Intérpretes: Miki Manojlovic, Boris Ler, Mira Furlan, Jelena Stupljanin, Mario Knezovic, Milan Strljic, Svetislav Goncic, Almir Mehic, Ermin Bravo.
Después de una desafortunada tournée por las aseadas autopistas del cine europeo de vocación transnacional saldada con dos mayúsculos descalabros, El infierno, repesca de un guión del malogrado Kieslowski, y Triage, un ridículo filme sobre los estragos psicológicos de la guerra de Iraq protagonizado por Colin Farrell, el bosnio Danis Tanovic vuelve a casa, una vez más con dinero de fondos comunitarios, para intentar reconciliarse con las raíces y recuperar de paso el aliento que hizo de su primera película, En tierra de nadie, satírico alegato antimilitarista sobre la guerra de los Balcanes, un pequeño gran éxito tras obtener el Oscar al mejor filme extranjero en 2001.
Ambientada en 1991, en plena transformación del mapa de los países excomunistas tras la caída del Muro de Berlín, Cirkus Columbia nos sitúa en un pequeño pueblo bosnio, a donde un día llega Divko (Miki Manojlovic), un hombre de negocios que regresa a casa con nueva novia y un Mercedes rojo después de un largo y próspero exilio en Alemania para reencontrarse con viejas amistades, un hijo y una esposa abandonados y comprobar cómo su idealizado país se fractura irremediablemente camino de una guerra inevitable.
Si en la primera parte del filme Tanovic apuesta por una mirada costumbrista de perfil ligero en la estela de cierta tradición satírica del cine del Este (pienso en Menzel, en sus trenes vigilados, sus pequeños pueblecitos, sus alcaldes, policías y burócratas caricaturescos), la película adopta a continuación un tono más dramático y grave que apunta a las raíces enquistadas del odio fratricida entre bosnios y serbios y deja al descubierto las heridas políticas y personales de la historia.
Así, Cirkus Columbia pretende conciliar sobre un trazado algo esquemático una perspectiva familiar e íntima de la reconciliación con el devenir de un país a través de una historia de traición, culpa, sacrificio y redención que transcurre con esa previsible solvencia del giro dramático calculado y la puesta en escena de manual, en un ambiente aparentemente liviano por el que se filtra poco a poco la conciencia del pasado, el peso de la cultura de la tierra (el machismo) y la amenaza de la tragedia inminente. El resto es Historia.
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