Los afectos y el mármol
Alpha | Crítica
La ficha
** 'Alpha'. Drama, Francia, 2025, 128 min. Dirección y guion: Julia Ducournau. Fotografía: Ruben Impens. Música: Jim Williams. Intérpretes: Mélissa Boros, Golshifteh Farahani, Tahar Rahim, Emma MacKey.
Los premios y la taquilla han encumbrado tal vez demasiado rápido a las francesas Julia Ducournau y Coralie Fargeat en el nuevo podio del cine de autor europeo que se mira en la estética de la crueldad y el body horror cronenbergiano como marchamo de culto para desplegar supuestos mundos personales entre metáforas sobre las patologías de nuestro tiempo. A la primera le cayó la Palma de Oro (Titane) con un cruce entre orfandades, coches, metal y bomberos que se saldaba en la cuerda floja entre lo sublime y ridículo. A la segunda, un éxito masivo (La sustancia) a las puertas mismas del Oscar con su sátira alegórica, explícita, gritona y desatada sobre los peajes del culto a la belleza como pasaporte a la aceptación femenina.
Vuelve ahora la Ducournau, por supuesto tras pasar por Cannes, y lo hace cambiando carrocerías, garajes y motores por el mármol que petrifica los cuerpos enfermos (de SIDA) en plena pandemia indeterminada, cuerpos filmados de cerca, con una cámara en modo micro que recorre las venas, las pústulas y heridas buscando las huellas de la autodestrucción y el paisaje carnal hacia la muerte. Porque Alpha vuelve a ser un filme de cuerpos sufrientes y mutantes que se consumen en sí mismos, pero también otro relato primordial, aquí de raigambre materno-filial, protagonizado por una doctora de origen árabe (Golshifteh Farahani), su hija adolescente posiblemente infectada (y, en consecuencia, rechazada en el instituto) y el reaparecido hermano yonqui de la primera al que Tahar Rahim presta su convulso y magro físico en pleno proceso de desaparición.
Un triángulo pues atravesado por una narrativa que confunde y mezcla tiempos y gestos repetidos, pasado (los 80), presente (los 90) y distopía, en busca de salidas poéticas y revelaciones íntimas para las señales del Apocalipsis, un filme que busca la emoción del vínculo primario empático y protector a través de unas imágenes siempre ampulosas y desaforadas. En esa contradicción descompensada se mueve siempre esta Alpha, un filme a la postre incapaz de pelar y llegar a ese núcleo de los miedos y afectos elementales en los lazos de sangre entre desvíos, fugas, recorridos en círculos y pasajes musicales hipertrofiados.
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