Temporada 23/24 del Maestranza

Brotes verdes junto al Guadalquivir

La zarzuela vuelve al Maestranza con 'Los gavilanes'.

La zarzuela vuelve al Maestranza con 'Los gavilanes'. / Elena del Real

Ahora que la Organización Mundial de la Salud acaba de dar por clausurada la emergencia sanitaria por el Covid-19, parece que la programación del Teatro de la Maestranza deja atrás los "años de guerra", las incertidumbres sobre el normal desarrollo de su actividad, para abordar una nueva temporada en la que se mira al futuro ("Vuelve a mirar" es el eslogan de este nueva programación) sin miedos y con la esperanza de dar un salto hacia la normalidad y la calidad.

Cabe destacar una serie de "brotes verdes" que nos hablan de una nueva etapa en la vida del teatro. Uno de ellos sería la recuperación de la producción propia en el terreno de la lírica. En años anteriores este teatro realizó una serie de producciones de ópera que, si bien de una calidad variable (espléndidas las El barbero de Sevilla y Le nozze di Figaro, discutibles La sonnambula y Don Giovanni, execrable la de Fidelio), ponían al teatro sevillano en la esfera de los teatros creadores de productos escénicos susceptibles de circular por otros coliseo y atraían a creadores de la escena internacional. Ahora se nos ofrecerá una nueva producción propia de un título tan esencial como Tristán e Isolda de la mano de un regista tan experimentado en el mundo operístico como Allex Aguilera y con el vestuario del mejor figurinista español de la actualidad, un Jesús Ruiz al que el Maestranza le debía un encargo a la medida de su genio. El Maestranza, además, se une a otros teatros (Ginebra, Luxemburgo y Amsterdam) en la coproducción de Nabucco, un título ausente de Sevilla desde diciembre de 1997. Lo mismo que sucede con la colaboración con el Teatro Real en el desarrollo de una versión para escolares de El barbero de Sevilla en un proyecto que completa el perfil pedagógico con un taller de ópera del que se seleccionarán las voces participantes.

Otra de las buenas señales que nos lanza esta nueva programación es la del impulso a la nueva creación operística con dos nuevas propuestas, una de ellas netamente sevillana por tratarse de un argumento y un compositor sevillanos. Nos referimos a La bella Susona, de Alberto Carretero, estreno absoluto de la que será la ópera número 186 del amplio catálogo de óperas relacionadas con la ciudad. Lazarillo, de David del Puerto, completa la oferta de nuevas creaciones líricas. Tercer atisbo de esperanza: la oferta sinfónica. Por muchos años los aficionados sevillanos se han tenido que conformar con una dieta monótona en la que solamente era posible escuchar a la ROSS en el gran repertorio sinfónico. Para esta nueva temporada habrá la posibilidad de degustar a dos brillantísimos conjuntos, la Mahler Chamber Orchestra y la Filarmónica de Viena que, junto a la OJA, la Orquesta de la Fundación Barenboim-Said, la Orquesta Barroca de Sevilla, Musicaeterna, Collegium 1704 y la Orchestra Barocca Zefiro completan un interesante muestrario de estéticas y estilos orquestales. Sólo cabe lamentar, una vez más, que sea más fácil escuchar en Sevilla a orquestas de fuera de nuestras fronteras que a nuestras vecinas andaluzas.

Y, por último, otra buena noticia: el retorno tras dos años de ausencia de la zarzuela al Paseo Colón, con uno de los más populares títulos de Jacinto Guerrero, Los gavilanes. Ahora que se le acaba de conceder la medalla de la ciudad a la Compañía Sevillana de Zarzuela, que lleva catorce años manteniendo viva la llama de nuestro género lírico, es el momento de afianzar este género en el Maestranza e incluso de pensar en un posible Festival de Zarzuela.

Aspectos a mejorar para próximos años: recitales líricos (sólo uno: la verdad es que el público no responde a este género), solistas del piano (sólo Sokolov, bien conocido por aquí) y compromiso con la recuperación del patrimonio lírico español (Margot, de Turina, está a la espera de sonar en Sevilla un siglo después, por ejemplo).

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