El arte de compartirlo todo
African Party | Crítica de danza

La ficha
**** ‘African Party. Oulouy. Concepto y Dirección: Oulouy / Co Dirección: Yemi Osokoya / Coreografía y perfomance: Supa Rich Kids: Oulouy, Yemi Osokoya, Tebza Diphehlo, Ambrose Tjark, Ordinateur . Vestuario: Ambrose Tjark, Top MantaIluminación: Manuel Ordenavia. Música: Dj Kamol, Julien Roolib, Alieu Saho, Manu Serpentard and friend. Lugar: Cortijo de Cuarto. Fecha: Jueves 12 de junio. Aforo: Casi lleno.
Cambio de tercio y de continente el que tuvo lugar anoche en el Cortijo de Cuarto, dentro de la programación del Festival de Itálica.
Precedida por la última y brillante función de Las 24 de Marco Vargas y Chloé Brulé, Oulouy nos sumergió de lleno, no solo en la danza sino en la cultura africana; o mejor dicho, en las culturas africanas ya que la mezcla entre marfileños y nigerianos y el liderazgo de un coreógrafo, Oulouy, criado en Francia, afincado en Barcelona y experto en informática, ha dado lugar a un espectáculo colorista, abigarrado y caótico cuyos cuatro componentes derrochan energía y ganas de compartirlo todo, tanto entre ellos como con el público.
La pieza en sí dista mucho de tener una dramaturgia o una estructura coherente. Oulouy tiene talento, sin duda, pero tiene 23 años y su primera pieza, Black, data de 2020.
African Party es una suma de escenas, rituales, celebraciones o sencillamente gestos de la vida cotidiana, como el de lavarse los dientes, cosa que hace de forma magistral uno de los bailarines, sin dejar de bailar y con un dominio sorprendente de la gestualidad de su rostro.
El programa de mano decía que se trataba de historia de un niño nacido en 2090, pero lo que vemos es una danza tan urbana como tribal -los cuatro bailarines son realmente magníficos- y a veces vertiginosa, a través de la cual asistimos a juegos, como el de los travestis o el de los animales, y ceremonias en las que hay una continua interacción entre ellos, que se hablan, se burlan unos de otros, se animan, se contagian los movimientos y se apoyan en todo momento.
También lloran y ríen a carcajadas juntos sin que sepamos por qué. Y se quitan las calzonas psicodélicas que llevan -con calcetines y cangrejeras- para lucir calzoncillos y músculos. Al final, parodiando a los vendedores callejeros, asumen una loca indumentaria (gafas incluidas) africanamente colorida y estrafalariamente futurista con la que posan una y otra vez con un guiño al mundo de la moda.
La música, predominantemente percutiva y también electrónica, no dejó de animar de modo que, al final, cuando el party llegó a su cénit, los bailarines invitaron a unirse a la fiesta a un público con muchas ganas atrasadas de diversión.
No cabe duda de que África tiene mucho que decir en cuanto al movimiento y que tendremos que estar atentos al camino que sigue la carrera de Oulouy y a su tropa, la Supa Rich Kids.
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