Cultura

El arte de la lucha sudafricana

  • El Cicus acoge un ciclo de cine sobre las heridas del país y una exposición de carteles contra el 'apartheid'

Con una serie de miradas a Sudáfrica, la del tenebroso apartheid del pasado y la del presente ni mucho menos ejemplar pese a la consecución de ciertos logros sociales, el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus) se suma a las actividades previas del Festival de Cine Africano de Tarifa y Tánger, cuya decimocuarta edición se celebrará simultáneamente en ambas ciudades desde el 28 de abril hasta el 6 de mayo. En ese marco se desarrollarán diversas iniciativas complementarias a las proyecciones de las películas, entre las que se contará una exposición, Artivismo, que podrá verse antes, desde ayer hasta el próximo 20 de abril, en la sede del Cicus.

Además, aprovechando la llegada de esta muestra, y en su línea de exploración de distintas cinematografías nacionales, el Cicus ofrece esta semana un breve y concentrado ciclo compuesto por tres producciones contemporáneas, filmadas en la década de 2004 a 2014, que inevitablemente merodean en torno a los bordes de la herida no demasiado cicatrizada de la segregación racial y la violencia contra la población negra y autóctona de Sudáfrica.

El primer título, Zulu Love Letter, de Ramadan Suleman, se proyectó anoche y hoy le tomará el relevo Miners Shot Down, un documental de Rehad Desai sobre los sucesos ocurridos a raíz de las movilizaciones pacíficas que organizó en el verano de 2012 un colectivo de mineros de la ciudad de Marikana, reprimidas con tal ferocidad por las autoridades del país que hubo 38 muertos, la primera gran masacre post-apartheid. Cerrará mañana el ciclo Nelson Mandela, the myth and me, una personal reflexión en la que Khalo Matabane, alejado de todo ánimo sacralizador, pone en cuestión el legado del gran símbolo de la lucha contra el apartheid desde la perspectiva de los jóvenes que no experimentaron aquel horror, marcada con frecuencia por una sensación de sospecha, desengaño e impugnación de los verdaderos logros de la pregonada reconciliación nacional a la vista del estado de la actual Sudáfrica. Todas las proyecciones serán a las 19:00, con entrada gratuita hasta completar aforo.

En cuanto a Artivismo, la exposición producida en alianza con Casa África y comisariada por Estefanía Pereira, ofrece una nueva oportunidad para pensar los vínculos entre la creación artística y la protesta política, una vieja cuestión que en Sudáfrica, por motivos más que evidentes, se materializó por pura necesidad, en las antípodas del bizantino debate de salón. La muestra se centra en la cartelería, piezas de diseño realizadas durante los años 70 y 80 que incluso antes de su misma ejecución respondían a un espíritu de guerrilla, en el que la estética debía estar siempre al servicio de la claridad en la divulgación del mensaje.

Con amplio predominio de los colores distintivos del panafricanismo (el rojo por la sangre derramada; el negro por la población en lucha contra el sometimiento y la humillación; el verde por la riqueza natural de esas tierras; el amarillo/oro por la abundancia del codiciado mineral en el país), los carteles están agrupados en seis bloques temáticos con su correspondiente explicación del contexto histórico, del porqué de la protesta: la lucha de las mujeres; las movilizaciones contra la educación bantú; las protestas contra la Ley de Relaciones Laborales que reservaba todos los empleos cualificados a la población blanca; las demandas de liberación de los presos políticos que plagaron las cárceles del país; las reivindicaciones ciudadanas (como el derecho al voto, que no existió en sufragio universal hasta casi antes de ayer: 1994); y la música, que canalizó con especial eficacia y capacidad de propagación las ansias de cambio y los lemas de la lucha.

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