'Emosido engañado'
Bugonia | Crítica
La ficha
*'Bugonia'. Drama-sátira, Irlanda-EEUU, 2025, 115 min. Dirección: Yorgos Lanthimos. Guion: Will Tracy. Fotografía: Robbie Ryan. Música: Jeskin Fendrix. Intérpretes: Jesse Plemons, Emma Stone, Aidan Delbis, Stavros Halkias, Alicia Silverstone.
Ha dicho el griego Yorgos Lanthimos que se va a tomar un descanso. No seremos nosotros quienes se lo desaconsejemos, víctimas propiciatorias de una racha de estrenos consecutivos que lo ha encumbrado al nuevo podio del prestigio autorial, Oscar incluido, tanto como lo han convertido en uno de los más irritantes cineastas del presente.
Tras La favorita, Pobres criaturas y Kinds of kindness, Bugonia repite alianza con Emma Stone, actriz fetiche y co-productora ejecutiva, esta vez para adaptar una cinta surcoreana de Jang Joon-hwan, Salvar al planeta, que tiene ya sus veinte años de culto entre la cinefilia más friki. Tal vez pensando que es así como se gana el reconocimiento, la Stone se entrega una vez más a las transformaciones, la tijera y las vejaciones corporales de su personaje, una alta ejecutiva de una empresa farmacéutica secuestrada por una pareja de nerds conspiranoicos convencidos de la existencia de vida extraterrestre y vengadores de la enfermedad de la madre (¡Alicia Silverstone!) de uno de ellos, interpretado por el ahora magro Jesse Plemons.
La función alegórica y extrema se sirve así entre las paredes y el sótano de una casa en mitad del campo convertida en escenario metafórico de una Norteamérica desquiciada y polarizada donde la lucha de clases se libra ya desde la locura, la estupidez y el cinismo, asuntos que, si bien ya estaban en el original, se ajustan como anillo al dedo a ese estilo ampuloso y a esa estética de la crueldad que, con mucho menos humor del que quisiera, identifica al cineasta.
Quedan aquí avisados de que Bugonia no sólo no se aparta un ápice del universo reciente de su autor sino que lo acrecienta al servicio de unos personajes-títere, unas ideas y unos mensajes de parvulario que terminan por anular toda la posible carga satírica o lectura política que pueda extraerse bajo su explotación del sadismo y sus enfáticas imágenes y músicas sinfónicas de kubrickianas maneras.
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