CaixaForum Sevilla indaga en lo más hondo de la mente del genio Berlanga en su última exposición
El espacio museístico pone el broche final a su programación con ‘Interior Berlanga. Cine, vida y humor’, que se podrá visitar hasta el 2 de noviembre
Una propuesta berlangiana. Fuera de lo común. Así podría considerarse el germen de la exposición Interior Berlanga. Cine, vida y humor. Todo empezó hace cinco años con un sencillo mensaje en el buzón de sugerencias de la Fundación ”la Caixa”: “Hola, soy José Luis García-Berlanga, hijo del director de cine, y tengo un archivo que no sé qué hacer con él”. Siendo justos, no era un único archivo, sino más de 70 cajas que el mismo realizador de obras tan importantes como La escopeta nacional y El verdugo ordenó en 2003. 30.000 piezas nunca vistas que responden a una suerte –por una vez, en el sentido más amplio del término– de Diógenes. Los comisarios, Sol Carnicero y Bernardo Sánchez, han tenido que emprender la ardua tarea de seleccionar 300 objetos para confeccionar la muestra.
Cartas a políticos, fotografías de su niñez y adolescencia, recortes de prensa, cientos de poemas, guiones originales de películas, reflexiones personales e incluso un par de radiografías de su cráneo. Un broche de oro en plano secuencia con el que CaixaForum Sevilla invita a los asistentes a conocer lo más hondo de la mente del genio. Todos y cada uno de sus recovecos. Las aristas que lo convertían en jardinero, en arquitecto, en poeta, en cocinillas, en padre, en hijo y, por supuesto, en un referente cinematográfico universal. Capaz de sortear la censura con ironía y humor. Pero también, un realizador cuyo terrible pavor a la muerte lo convirtió en hipocondríaco. Una colección que disecciona a la persona y, por qué no, a la España del siglo XX y que podrá visitarse hasta el 2 de noviembre.
“Lo que más valoro es mostrar un Berlanga que nadie conocía”, ha explicado José Luis García Berlanga, quien ha estado presente en la inauguración de la colección junto con los comisarios de la muestra y el director de CaixaForum Sevilla, Moisés Roiz. En esta misma línea, Sánchez manifestó que “Berlanga está magníficamente expresado y contado. Se trata de una radiografía muy fidedigna de la persona y de su obra”.
Y como si de un filme se tratara, la exposición se concibe como un largo plano secuencia –siguiendo el sello narrativo del director– con un orden temático divido en una introducción y seis ámbitos: La habitación de Berlanga; El magisterio de Berlanga; Mal preparado para este mundo del cine. La vida de las películas; Eros y miedos. Fetiches; Inventario y cremá. La falla; Lo berlanguiano. Sesión académica.
De cartas a Chaplis a guiones originales
Como bien ha apuntado el hijo del realizador: “A esta exposición puedes venir 20 minutos por decir que has estado o perderte durante dos horas”. Lo cierto es que cada sala está llena de detalles y curiosidades. El recorrido comienza en su estudio –al que nadie podía acceder mientras él vivía– de su casa de Somosaguas. Una sala que evidencia la acumulación de objetos. Desde las correspondencias con Charles Chaplin para que protagonizara una de sus películas hasta los resguardos del número de la lotería que siempre acababan en 0001.
Hasta llegar a una magnífica recreación del Cine Atlántico –taquilla incluida–, el visitante pasará por un aula con pupitres de madera que evidencian el valor que daba el realizador “a la educación y a la historia”. En este espacio hay guiones originales de cintas tan emblemáticas Patrimonio nacional o la inédita ¡Viva Rusia!
El cine, claro, fue su motor vital. La colección demuestra el alto grado de implicación en cada una de las piezas que conforman el engranaje de una película. De la selección de escenarios al reparto. A través de documentos originales, se despliega la anchura de su mundo cinematográfico. Storyboards de Bienvenido, Mister Marshal, la propuesta –fallida– al representante de Brigitte Bardot para que la actriz protagonizara Novio a la vista e incluso la hoja de reparto de Plácido, cuya propuesta principal para encarnar a Plácido Alonso no era Cassen sino Miguel Gila.
Su universo cinematográfico se entrelaza con esa faceta erotómana que responde a un aspecto complejo de su pensamiento. Conceptos como el deseo, el placer y el hedonismo se dan la mano con la idea de la muerte. En la muestra, se muestran dibujos de zapatos y piernas femeninas como fetiche erótico.
Por último, la exposición acaba con una gigante falla. La fiesta favorita del valenciano. Todos los elementos iconográficos de sus películas están incluidos. El carromato de Plácido, la bicicleta de París-Tombuctú, las perdices de La escopeta nacional, el tricornio y las banderas americanas de Bienvenido, Mister Marshal. Vestigios de un universo incombustible.
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