Explosiones de colores
REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA | CRÍTICA
La ficha
****XXXVI Temporada de conciertos. Programa: ‘Himnica’, de F. Coll; Concierto para dos pianos y orquesta en Re menor, FP 61, de F. Poulenc; ‘Preludio a la siesta de un fauno’ y ‘La Mer’, de C. Debussy. Pianos: Lucas y Arthur Jussen. Dirección: Lucas Macías. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves, 6 de noviembre. Aforo: Tres cuartos.
En una noche mágica por el derroche de color ofrecido por la Sinfónica de la mano de un Lucas Macías inspirado, pudimos conocer la música del afamado compositor Francisco Coll (ahora en proceso de estrenar una ópera en Valencia). Himnica plantea desde el principio un inquietante juego de tensiones tonales y de progresiones dinámicas a partir de una idea que se repite y transmuta en un ostinato camaleónico que se abre sobre el sonido bellamente quebradizo de las cuerdas sull ponticello. El trabajo de Macías sobre las diversas capas texturales de la partitura fue excelente, así como sobre la paleta de colores.
Volvieron cinco años después los hermanos Jussen para divertirse y divertirnos con el concierto de Poulenc, una de esas obras felices y juguetonas del autor francés de la época anterior a la Guerra Mundial. Las dotes técnicas de ambos pianistas son descomunales, con digitación rapidísima en el primer tiempo. Como en un juego, se iban pasando las melodías y los ritmos de un piano a otro, amparados en una dirección vivaz, rica en grados de staccato, con un Macías cómplice del perfil lúdico del momento. Pero los Jussen también son capaces de destilar un fraseo delicado, con poco rubato, en el Larghetto, para volver al chisporroteo del tercer movimiento de la forma más triunfal posible. Ahora a cuatro manos, la propina consistió en tres de las piezas de los Jeux d'enfants de Bizet, delicada la central y chispeantes las extremas.
Y con Debussy llegó la explosión de color y la lujuriosa exhibición de sensualidad sonora que Macías destiló de una Sinfónica en estado de gracia en todas sus secciones. Y todo desde un planteamiento de transparencia absoluta que parecía ocultar la complejidad y riqueza de la orquestación de Debussy. Sin prisas, dejando expandirse el sonido, el director valverdeño fue dosificando las dinámicas y las densidades tímbricas con un delicado sentido poético más allá del mero descritivismo. Sensacional la manera de preparar con mimo la explosión apoteósica del final de La Mer.
También te puede interesar
Lo último