Jugarretas de la memoria (cinéfila)

El primer largo de ficción de Alberto Utrera no termina de saber si quiere ser una comedia romántica, un noir actualizado y castizo o un thriller criminal post-coentarantiniano con mensaje de denuncia contra el maltrato y los abusos. Bueno, realmente quiere ser todo eso a la vez.

En su epicentro, una joven locuela y con brotes amnésicos (Susana Abaitua) y un par de cuarentones desquiciados y en crisis (Hugo Silva y Julián Villagrán) dirimen las idas y venidas de un caso criminal y detectivesco que va revelando poco a poco sus misterios y antecedentes en una estructura narrativa que juega algo caprichosamente con los tiempos y los puntos de vista (también los distorsionados) entre diálogos supuestamente chisposos y ocurrentes que no ocultan su deuda con los clásicos del género negro.

La película busca su tono sin demasiado éxito, y tal vez sea ese su principal e inconstante atractivo, que funciona siempre mejor en secuencias y tramos aislados o meramente digresivos que en el ensamblaje de un conjunto donde se deja sentir la nostalgia cinéfila y la actualidad política entra con calzador.