El público despide a Tony Leblanc "como a alguien de la familia"

Numerosos seguidores y compañeros acudieron ayer a dar su último adiós al gran actor que hizo crecer a toda una generación a golpe de risa en momentos difíciles.

Concha Velasco da su último adiós a su compañero de profesión y gran amigo Tony Leblanc.
Concha Velasco da su último adiós a su compañero de profesión y gran amigo Tony Leblanc.
Celia Sierra (Efe) / Madrid

26 de noviembre 2012 - 05:00

Multitud de ciudadanos acudieron ayer por la mañana a dar su último adiós a Tony Leblanc, el cómico de los 60 reconvertido en padre del grotesco Torrente, al que agradecieron su comedia "en momentos difíciles" y su capacidad para "hacer crecer" a toda una generación "con la risa". Estos agradecimientos fueron registrados en los libros de condolencias por los ciudadanos anónimos que desfilaron desde las 9 ante la capilla ardiente de Tony Leblanc, ubicada en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.

Ante todo hubo gente mayor -pero también jóvenes y muchos curiosos-, los que acudieron al escenario para recordar los buenos momentos y la risa que les provocaron sus películas, en una época en la que España aún no se había quitado de encima los sinsabores de la posguerra y comenzaba a despertar al desarrollo económico.

Muchos compañeros, en especial cómicos, recordaron el sentido del humor de Leblanc y su voluntad de que su epitafio rezara: "Aquí yace un cómico. Fin de la primera parte", según explicó Juan de Dios, miembro de Cruz y Raya. Y es que su sentido del humor reunió, según Carlos Iglesias, realizador de Un franco, 50 pesetas, a "todo el casticismo y la gracia de Madrid".

La actriz Concha Velasco, compañera de reparto en más de una decena de películas, prefirió quedarse con la humanidad y el compañerismo del protagonista de Las chicas de la Cruz Roja o Los tramposos: "Tenía tanta luz que no necesitaba chupar foco para quitárselo a los compañeros".

Tampoco faltaron autoridades como la alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el Ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, y el presidente de la Academia del Cine, Enrique González Macho. Este último resaltó la importancia histórica del primer cine del actor madrileño en la década de los 60y los 70 -Leblanc participó en más de cien películas-, un cine que recuerda "con cariño", aunque "muchas veces" se hable de él "de una forma un poco despectiva".

Santiago Segura, que fue el causante de su vuelta al cine, quiere volver a ver muchas de sus cintas, según comentó tras despedirse del actor, al que recordará como "un amigo y un ídolo", pero también como una persona llena de "vitalidad", algo a lo que él contribuyó mucho en su nueva etapa en el cine, según le dijeron sus hijos.

"Si estuviera viéndonos, seguro que estaría contando los medios y la gente que ha venido a la capilla ardiente, y diría: 'Ha habido más que cuando se murió fulanito', porque también era muy competitivo'", indicó Segura irónico.

Una competitividad que trasladó del teatro al cine y luego a la televisión, ya que tocó todos los palos, recordó su hijo Tony, quien resumió así su carrera: "Quien mucho abarca poco aprieta', dice el refrán. En el caso de mi padre no se cumplió: ha abarcado mucho y ha apretado de narices", añadió.

Un tipo de "trabajador del espectáculo", con jornadas de hasta 23 horas, que hacía dobles y hasta triples funciones, y combinaba televisión, cine y teatro, y que se acaba con el fallecimiento de este cómico, según explicaba Segura.

Su gran filmografía le convirtió en imprescindible de las sobremesas de blanco y negro de los 60 y 70, y le hizo ser "alguien de la familia", una especie de "pariente listo que siempre hacía trampas", como dijo Pilar Bardem. Actrices como Sara Montiel y Laura Valenzuela, y su compañero de la serie Cuéntame como pasó, Imanol Arias, se acercaron a darle su último adiós, aunque la representación más numerosa fue la del público "que tanto le ayudó" en su vida, como manifestó su hijo Tony.

Los restos de Leblanc fueron enterrados a las 17:00 en el madrileño cementerio de la Almudena, al lado de sus padres, en una ceremonia que sí se celebró en la más estricta intimidad.

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