Manuel Lucena Giraldo. Historiador

"La elección de diputados en Cádiz fue el proceso más deslumbrante de su tiempo"

  • El autor redefine el papel de lo político y lo cultural en su libro 'Naciones de rebeldes', un relato de las emancipaciones latinoamericanas que descubre el protagonismo asumido por mulatos, esclavos e indios

Miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), doctor en Historia de América y posdoctorado por el prestigioso St. Antony's College de Oxford, Manuel Lucena Giraldo (Madrid, 1961) se declara discípulo de John Elliott y admirador del gaditano Francisco Solano. Dedicado en los últimos años a repensar las independencias latinoamericanas, publica al calor del Bicentenario Naciones de rebeldes (Taurus). Su ensayo defiende que el siglo XIX "es, sobre todo, el siglo de la búsqueda de la democracia mediante procesos electorales, de la definición de la ciudadanía y de la expansión del republicanismo liberal".

-¿Cuál es el gran hallazgo en esta síntesis de los sucesos revolucionarios iniciados hace 200 años?

-Este ensayo huye de los estereotipos culturales del excepcionalismo español e hispánico, de ese vaso medio vacío que plantea que estamos condenados a los caudillos y a las guerras civiles. La Historia, como decía Elliot, sirve para recuperar la complejidad del pasado y para iluminar opciones de libertad. Y tal es el intento del libro: estudiar cómo el modelo de libertad moderna, de Cádiz a Buenos Aires o a Cartagena de Indias, fue un modelo que cruzó por encima de la barrera del color de la piel, cosa que nunca hizo la Revolución Francesa, y por supuesto, tampoco la Revolución de Independencia de los EEUU. Aquí tenemos indígenas, mulatos y pardos que participan en los procesos electorales y llegan a ser agentes políticos que cambian el curso de la Historia. La elección de diputados de las Cortes de Cádiz fue en su momento el proceso electoral global más deslumbrante e importante del mundo. Ese modelo de libertad que cruzaba las barreras raciales está ligado a la definición que Cádiz hace de la nación española, formada por españoles de ambos hemisferios.

-Es muy curioso el ejemplo de Haití, una revolución marcada por el temor extremo a la pardocracia (gobierno de los negros).

-La cuestión haitiana es central para mi tesis porque la Revolución Francesa hizo unas cosas en Europa y otras muy distintas en América. Ese Napoleón ilustrado y buenísimo de la igualdad y la fraternidad es un camelo. Él fue el primer dictador moderno e intentó reintroducir la esclavitud en Santo Domingo, lo que provocó una guerra genocida tremenda y trajo como resultado la fundación de la primera república negra del mundo en Haití a comienzos de 1804. A los aristócratas caraqueños, de los cuales Bolívar es un potentísimo representante, no les preocupaba lo que sucedía en la Bastilla pero sí que Haití contagiara dos cosas temibles para ellos: la pardocracia o el gobierno de las gentes de color y la idea de que todos somos iguales (en ese sentido entendían ellos el jacobinismo). Los pardos y mulatos de la América española conocían perfectamente lo que había sucedido allí: eran personas perfectamente integradas y leídas que, al servicio del Ejército real, habían entrado en las Universidades, principalmente como médicos, y estaban en un momento de ascenso social que preocupaba mucho a las aristocracias patricias blancas, a los españoles americanos.

-Su retrato de Bolívar está lleno de claroscuros.

-Simón Bolívar es un personaje fascinante e inquietante. En 1813, cuando enuncia el llamado decreto de guerra o muerte (Españoles o canarios, o conmigo o contra mí), intenta crear una demagógica fractura del cuerpo político que hasta entonces no existía, dividiéndolo en dos mitades. Desde entonces español americano o español peninsular se identificará con realista, y todos los americanos con el resto.

-¿Por qué tardaron tanto los americanos en iniciar la fundación de juntas autonomistas?

-Ésa es la pregunta inquietante a la que quiere responder este libro. España fue invadida en 1808 por las tropas francesas, y desde el 2 de mayo se puso en marcha la resistencia patriota. Sin embargo, los americanos esperaron hasta abril de 1810 para comenzar el proceso de fundación de juntas autonomistas e iniciar un proceso político que dura 15 años y que acaba en las emancipaciones. Mi tesis es que los españoles americanos pusieron en marcha las independencias porque no querían ser parte de Francia ni de las políticas de Napoleón aunque, al mismo tiempo, no querían ser independientes de la nación española americana y europea entendida en su contexto atlántico. Lo que ocurre es que en 1810 todos en América creían que Cádiz, el último reducto de la España patriota, estaba a punto de caer, tras lo cual la metrópolis estaría totalmente ocupada por Francia. Y ante esa posibilidad de entrar a formar parte del imperio colonial napoleónico los americanos reaccionan y ponen en marcha juntas autonomistas que comienzan un proceso de soberanía regional que creará un escenario completamente distinto y que incluye las elecciones que se convocan para elegir diputados, el debate de las Cortes de Cádiz sobre la soberanía y la representación (porqué valen menos diputados los 16 millones de habitantes en América que los peninsulares) y la aplicación de la Constitución de 1812 en unas zonas y otras no. Nacen así esas juntas iniciales que en vez de militares tienen al frente a clérigos, abogados, comerciantes y hacendados.

-Un experimento que liquidará la llegada de Fernando VII.

-La llegada del Ejército de Reconquista mandado por el absolutista Fernando VII creará el espacio político para la emancipación porque su política militarista ignora los pactos que han sostenido el Imperio español en América. Lo que es tradición en España es el liberalismo y no este ultramontanismo fernandino, que arrebató las pensiones y grados a los combatientes pardos, indios y zambos, por lo que éstos, que eran guerrilleros, se pasaron al bando patriota, que garantizaba la libertad de los esclavos.

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