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Petros Márkaris. Escritor

"Todo lo que enorgullecía a Europa pertenece al pasado"

  • El novelista inicia una trilogía sobre la crisis griega en 'Con el agua al cuello' · El autor augura que "ese Estado que se ocupaba de los ciudadanos va a desaparecer".

La capacidad de la novela negra para retratar las vicisitudes de una sociedad tiene en Petros Márkaris (Estambul, 1937) un exponente claro. En Con el agua al cuello (Tusquets), el autor inicia una trilogía sobre la crisis junto a su personaje más célebre, el comisario Kostas Jaritos, y refleja el malestar de la población griega ante la debacle. La nueva intriga del policía empieza con una boda, pero abandonará pronto el tono festivo: el antiguo director de un banco aparece asesinado al mismo tiempo que alguien inicia una campaña que anima a los ciudadanos a que se rebelen contra las entidades financieras.

-La novela está llena de guiños a la Grecia de hoy: hay manifestaciones de numerosos colectivos, casi todo el mundo está atrapado en un préstamo... Un panorama que lleva a preguntarse qué es lo que ha llevado al país hasta ahí.

-Después de la caída de la dictadura, pasamos por tres fases diferentes. La primera fue la etapa de los sueños y las ilusiones. Se había acabado la dictadura, y habíamos conseguido aquello por lo que luchábamos, un Estado libre y democrático. La segunda fase es la que yo llamo la de las ilusiones falsas: somos ricos, podemos vivir opulentamente, no sólo tenemos democracia, sino también bienestar e incluso una segunda vivienda. Desde finales de 2009 hasta ahora estamos experimentando la tercera fase, que es la desilusión, el momento de asumir que lo que creíamos realidad era sólo una realidad virtual.

-Al comienzo de la novela el comisario Jaritos se ve obligado a cambiar de coche y se compra un Seat por solidaridad con España. ¿Cree que los países pobres se están apoyando entre sí? ¿Grecia esperaba una respuesta de otro tipo de España y Portugal, por ejemplo?

-Esperan un movimiento de solidaridad de los pueblos del sur frente a esa actitud de arrogancia centroeuropea y del norte de Europa. Para ellos es muy duro tener que escuchar a los centroeuropeos diciendo: Nosotros lo hemos hecho todo bien y vosotros mal, y encima tenemos que pagar nosotros por vuestros errores. Los griegos podrán enfrentarse mejor a esto si existe una tendencia a apoyarse en el sur.

-En un momento de la trama aparecen carteles por Atenas en los que se anima a no pagar a los bancos. ¿Ve posible una rebelión de este tipo o es sólo ficción?

-Los griegos no pueden pagar las tarjetas de crédito porque no tienen dinero, no pueden pagar impuestos ni devolver créditos. Pero también hay una corriente en todo el mundo que defiende que no pagues a los bancos. Hace un mes, durante el congreso del Partido Conservador, David Cameron animaba a los británicos a que pagaran las tarjetas de crédito porque habían desatendido los plazos. Lo que dice el asesino en la novela es algo que ha ocurrido en Europa y en todo el mundo, la gente no está pagando y se les anima a que no paguen. Así que el asesino tenía razón...

-Un personaje asegura que la sociedad del bienestar ya no existe, que lo que hay son grupos que defienden sus intereses. ¿Europa ha perdido esas ventajas sociales que tenía con respecto a otras economías como la estadounidense?

-Creo que todo aquello de lo que Europa estaba orgullosa, este Estado que se ocupaba de los ciudadanos y que garantizaba una serie de servicios sociales, es algo que pertenece al pasado. Entramos en una fase en la que esos derechos sociales van a desaparecer, y éste es el comienzo de tiempos duros, de luchas complicadas, porque esta gente cree que la población va a aceptar los cambios sin protestar, pero no va a ser así.

-¿Los medios están contando bien la crisis? En la novela los periodistas salen malparados.

-Los periodistas de la televisión me dicen: "Señor Márkaris, a usted no le gustamos". Y es cierto que no tengo mucha simpatía por ellos. Antes el redactor jefe de una televisión le decía a su gente: "Salid a la calle y traed algunas noticias". Ahora le dice: "Salid a la calle y traedme un escándalo". Eso no ocurre con la prensa escrita. Sigo dedicando una hora todas las mañanas, y dos horas después de comer, a leer periódicos. Por el contrario, nunca veo las noticias en la televisión. Hay veces que me llaman los amigos para contarme algo: "Ha pasado esto. Lo he visto en la televisión". Y les respondo: "Perfecto. Ya leeré sobre eso mañana".

-¿Se siente cómodo en la etiqueta de novela negra mediterránea que adjudican a sus libros?

-Sí, hay una novela policiaca claramente mediterránea, muy diferente a la del norte. Los inicios se deben a dos escritores, Vázquez Montalbán y Sciascia. Somos descendientes de esos dos autores. Ellos comenzaron y nosotros seguimos sus pasos.

-Sorprende que usted colabore con Theo Angelopoulos en los guiones de sus películas, porque su literatura y el cine del realizador tienen un tempo muy distinto.

-También hay una diferencia entre la ironía de mis novelas y el enfoque mucho más serio de su cine. Pero colaboramos muy bien porque somos muy distintos, nos complementamos.

-Hablando de cine, ahora hay una serie de directores griegos que están llamando la atención en festivales internacionales. ¿Los creadores están sabiendo responder a la crisis?

-Sí, hay una generación que es muy interesante, con directores como Yorgos Lanthimos [el autor de Canino] o Filippos Tsitos, que ganó en San Sebastián. Me lleva al optimismo saber que hay creadores que intentan entender las nuevas formas que están apareciendo en la sociedad griega.

-Es inevitable preguntarle por el comisario Jaritos. ¿Cuánto hay de su propia mirada en él, y qué futuro le espera al personaje?

-Lo que tengo en común con él es la forma en la que miramos la sociedad griega y la ciudad de Atenas. Lo que es muy distinto es la vida familiar. Ya hay una nueva novela, la segunda entrega de esta trilogía, que sale a la venta en Grecia este lunes. Así que en una semana estaré hablando de otro libro con los periodistas de Grecia. Una vez que termine con ello me pondré a pensar en la tercera parte...

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