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DAVID PALOMAR I CANTAOR

"El cante flamenco tiene que empezar a contar otras cosas"

  • El gaditano acaba de lanzar ‘Evolución revolución’, unas chispeantes bulerías que sirven de adelanto de su próximo disco donde ofrece su mirada sobre lo que le preocupa y “el cantaor que soy”

El cantaor David Palomar en la promoción de su single en Sevilla.

El cantaor David Palomar en la promoción de su single en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

Rebelde, fresco y testarudo, David Palomar es un “culo inquieto” del flamenco que lleva toda su carrera empeñado en defender el gran legado artístico de su Cádiz natal y en dignificar la alegría como la única forma posible de enfrentarse a la vida.

Ahora, en plena madurez y seguro de “quién soy y lo que puedo aportar”, acaba de lanzar el single Evolución, revolución, unas chispeantes y ácidas bulerías raperas que formarán parte del quinto trabajo discográfico que sacará el próximo año. Un álbum, producido por el compositor y guitarrista Riki Rivera, en el que el gaditano muestra sus inquietudes musicales maridando lo jondo con otros estilos para cantarle a lo que le preocupa.

-Después de los tangos 'La verdad', sobre el cambio climático, y el 'Tiento sangro', en torno a la violencia de género, llega esta 'Evolución revolución', ¿le hacía falta un chute de optimismo?  

-Efectivamente, el tema nació en pleno confinamiento, en un momento de angustia en el que sentí que tenía que transmitir algo alegre. Lo que hemos buscado, también con el videoclip, es olvidarnos de las mascarillas y de toda esta locura, e invitar al buen rollo. Personalmente, soy un tío enérgico y positivo, pero el encierro me consumió y ésta ha sido mi defensa.

-En su última novela ‘La buena suerte’ la escritora Rosa Montero señala precisamente que la alegría es un hábito, ¿cuesta practicarla?

-En la situación que estamos, pensé, mira me podrán robar la movilidad o lo que sea, pero no mi alegría ni mis ganas de vivir.

-Entonces, ¿aboga por sobrevivir, resistir o insistir?

-Con el respeto a los compañeros que lo están pasando tan mal, me niego a sobrevivir, en el sentido de hacer cosas por narices rebajando lo que tú vales. Sé que soy un privilegiado y mientras pueda mantendré la dignidad porque los artistas no podemos dejar que abusen de nosotros. Está claro que cuando hay necesidad te rindes, pero duele. Tenemos que ser inconformistas en la música y en la vida.

-Aquí vuelve a reivindicar el flamenco festero que abanderaron grandes como Pericón, Mariana Cornejo, Beni o Chano Lobato... ¿cree que han estado infravalorados?

-Desde luego, siento que se le da más valor al contenido dramático del flamenco que a la faceta más festera. A estos grandes no se les ha reconocido al mismo nivel de otros de su generación. Muchas veces nos dicen qué arte o qué aje, pero sin tomarnos en serio. De hecho, el flamenco de Cádiz es uno de los grandes olvidados de las programaciones, sólo hay que mirar la Bienal donde, a excepción de María Moreno, apenas ha habido presencia gaditana.

“Al flamenco festero no se le ha tomado en serio y para mí tiene el mismo valor una soleá de José Valencia que unas bulerías de Tomasito, porque los dos son genios en lo suyo”

-Chano decía que “Cádiz nunca ha valido para venderse” porque “hemos sido cobardes, o igual un poco bohemios...”

-(Risas) Seguramente... Sé que soy muy pesado con Cádiz, pero uno tiene que ser del sitio de dónde es, y serlo de manera radical. Cuando naces estás atado a tu barrio, a tu vivencia, a la gente... y esas raíces tienen que ir contigo porque ahí está lo auténtico.

-Por eso, en estas bulerías suena la voz de Pericón de Cádiz advirtiendo que “los cantes de Cádiz no se pueden perder porque lastiman mucho”, ¿es ésta su obsesión?

-Completamente. Para mí tiene el mismo valor una soleá de mi amigo José Valencia que una bulería de Tomasito porque cada uno es un genio a su manera. He sido siempre muy rebelde en eso. En el flamenco hay mucha hipocresía, nos cuesta abrirnos a ver qué ofrece un artista sin prejuicios.

-Porque, ¿qué sería hoy día revolucionario en el flamenco?

-Lo revolucionario es ser libre y ser personal. Estamos hartos de plagios, de copias, de reproducir lo que han hecho ya otros mejor. Vamos a dar nuestra visión de los hechos, vamos a contar lo que está pasando desde el flamenco... La danza en eso está muy avanzada, pero al cante le cuesta. La preservación tiene que estar, pero ¿por qué no contar las cosas de otra forma?

-Sin embargo, ¿a usted le ha costado llegar hasta ahí?

-Sí, me ha costado mucho decir esto sin miedo a qué se pueda pensar y no sé si puedo decir que sea libre al cien por cien, pero cada día estoy más cerca de serlo. Me pusieron la mochila del heredero de los cantes de Cádiz y encantado porque la llevo conmigo en el corazón y en la mente, eso sí, no quiero que sea una carga y me limite. Necesito desarrollar mis inquietudes, buscarme, crear mi propio discurso. Al final, el único propósito que debe tener un artista es ser libre.

“El único propósito que debe tener un artista es ser libre. Estamos hartos de copias y de plagios... Hay que expresar lo que uno es y es labor nuestra convencer al público”

-En el disco hay también temas sociales, ¿está el flamenco listo para conversar con el hoy?

-Por supuesto. Tenemos miedo a pronunciarnos políticamente, por si después no te llaman para no sé qué ciclo o festival. Pero pienso que hay que ser consecuente con lo que se dice y lo que se hace, de lo contrario es una pura mentira. Sino estamos con el hoy, dónde estamos. Admiro cómo la gente del teatro, del cine o la literatura retratan la realidad, sin embargo, a nosotros nos falta compromiso.

-Decía que esto pasaba especialmente en el cante, ¿debe preocuparnos?

-La propia estructura del flamenco busca un prototipo de cantaor, reproducir unas determinadas formas. Y los artistas entramos, algunos porque son felices ahí, otros por comodidad y otros porque no saben hacerlo de otra manera... Pero cuando hay una inquietud o una intención de explorar se nota. Es trabajo del artista convencer a la gente. No es cuestión de modas o buscar lo comercial, como me han acusado algunos, sino de hacer lo que se siente y, desde luego, no me considero menos cantaor por eso.

-En este sentido, ¿qué encontraremos en este álbum?

-Este disco ofrece distintas miradas en las que el flamenco es el lenguaje principal, pero hay maridaje con otras cosas. Habrá tanguillos, un tema que le dedicamos a la gente floja, una versión de una canción de los Beatles que cantaré con una artista pura a la que adoro, otras bulerías que tienen un aire de Manuel Molina y en la que hablo de la locura como un concepto indispensable y que están basadas en mi experiencia con mi hijo, un tío creativo y muy especial diagnosticado con déficit de atención. En fin, un trabajo muy versátil con el queremos pisar festivales de otras músicas y otros escenarios. A ver, si me llaman para el Potaje de Utrera encantado, pero que se peinen con gomina porque esto va a pegar (Risas).

"Lo que más me revuelve en el flamenco es cómo lo tratan las instituciones. La mala gestión y la poca brillantez... Por eso, los artistas tenemos que ser inconformistasy no dejar que abusen de nosotros"

-Por cierto, ¿cuál fue la última noticia del flamenco que le revolvió el estómago y la última que le hizo feliz?

-Me alegró mucho la creación de la Unión Flamenca, aunque hayamos tenido que esperar a este extremo para que se creara, y también me emocionó la iniciativa de los bailaores en el Museo del Prado porque vi al flamenco que defendía Morente cuando decía que “el flamenco tiene que estar al lado de la cultura y del desarrollo y fuera de la bufonería”. Ole ahí. Y lo que más me revuelve en el flamenco es la manera en que lo tratan las instituciones. La mala gestión, la poca utilización de los recursos, la poca brillantez para crear cosas... todo eso me ofusca.

-Además del disco, lleva para adelante el Espacio Creativo Flamenco David Palomar, ¿el soniquete se aprende?

-La escuela es un proyecto que inicié con mi mujer Anabel Rivera para transmitir el legado de Cádiz desde la vivencia y la experiencia y también probar cosas. Ahora hemos reabierto y esperamos poder resistir. Pero, respondiendo, para aprender el soniquete, algo hay que tener, aunque sea un poquito. Tú puedes aprender el ritmo, porque eso es un metrónomo. Luego está el compás, que requiere de sensibilidad musical y el soniquete es ya lo más. Poder jugar con el compás de manera natural, divertirte, manipular el ritmo sabiendo siempre dónde estás... En fin, muy difícil.

 

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