En la oscuridad de Maeterlinck, el eco de Camarero
Es lo contrario | Crítica
La ficha
ES LO CONTRARIO
***
I Festival de Ópera de Sevilla. Actores (grabados en cinta): Antonio Pereña, Fernando Fernández, Juan Carlos León, Carlos Canalejas, Silvia Micó, Soledad Molano, Carlos Galindos y Julio Cuder. Zahir Ensemble. Director: Emilio Pomàrico. Técnico de sonido: Cristóbal Romero.
Programa: Es lo contrario, obra con música y libreto de César Camarero, a partir de Los ciegos de Maurice Maeterlinck y 88 sueños de Juan Eduardo Cirlot.
Lugar: Sala escénica de la Real Fábrica de Artillería. Fecha: Viernes, 10 de octubre. Aforo: Tres cuartos de entrada.
Este espectáculo se estrenó en la Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza el 13 de mayo de 2021. Entonces escribí sobre su encaje dentro de la creación musical contemporánea, acaso más cercano al mundo del arte radiofónico que al de la ópera (en cualquier caso, heterodoxa: una ópera sin canto). No insistiré sobre ello. En esta ocasión, la propuesta del Festival de Ópera en Artillería dio una vuelta de tuerca a su propio planteamiento, al incorporar al espectador, desde el mismo momento de su entrada, en el universo de oscuridad y desconcierto que la obra trata de construir. Quien asistía al espectáculo era conducido hasta su asiento con los ojos vendados: el tránsito hacia la ceguera era real y la experiencia sensorial, radical.
La obra sigue siendo, como en su estreno, un ejercicio de inmersión en la fragilidad y en el miedo ancestral a no ver, pero ahora la experiencia del espectador se ha vuelto más extrema, al hacerlo participar de forma más básica en la experiencia de los propios intérpretes (actores ciegos): en el Maestranza, los espectadores (aún podíamos llamarlos así), conocían el espacio en el que se iba a representar la obra, veían sus asientos, la disposición de los músicos rodeando las butacas... En Artillería, no. Todo era sorpresa, aunque lógicamente ya atenuada para los que habíamos vivido la experiencia. Y esa es una de las mayores objeciones que se puede hacer de la obra: la segunda vez, el impacto se reduce.
En cualquier caso, el resultado es el de una obra de teatro que yo llamaría de la percepción, en el que las sugestiones de la imaginación, de los deseos y de los miedos se viven de forma intensa. Privado por completo de la vista, el oyente queda entregado a un espacio sonoro que se despliega a su alrededor como una materia envolvente. La voz grabada de los actores emerge de distintos puntos de la sala, mientras Zahir Ensemble, esta vez con director invitado, articula la trama musical con esa lentitud casi hipnótica que caracteriza la escritura de Camarero: largas resonancias suspendidas, acordes que parecen detener el tiempo, pequeños destellos tímbricos que iluminan fugazmente la penumbra acústica. La herencia feldmaniana, perceptible en la atención al color y en la dilatación extrema de los procesos, se funde aquí con una dimensión casi teatral del sonido, lo que reafirmaba el uso de determinados efectos descriptivistas, con afán de anclar al oyente con más facilidad al espacio creado por la imaginación.
Frente a la ausencia total de imagen, la música actúa como único sostén de la percepción. Las texturas –a veces apenas un rumor, otras un eco que se multiplica– crean una suerte de escenografía invisible en la que la noción de espacio se disuelve y reaparece constantemente. Los elementos concretos –un roce, un suspiro, el ladrido de un perro, un golpe lejano– cobran una potencia expresiva singular, como si en la oscuridad el oído adquiriera una sensibilidad nueva, más física y más vulnerable.
El sistema de altavoces, sin embargo, no alcanzó la precisión ni claridad del día del estreno: algunas voces se seguían con cierta dificultad, aunque el juego de desplazamientos espaciales mantuvo intacto su valor, lo que es esencial para entender la obra en toda su dimensión. La propuesta conservó por ello su poder de sugestión y su coherencia estética. Es lo contrario sigue siendo una de las creaciones más inquietantes de nuestro teatro musical reciente, un viaje interior a la materia del sonido y a la experiencia misma de la escucha.
También te puede interesar
Lo último