España y el nacimiento de los EEUU

El enemigo de mi enemigo | Crítica

Alianza publica 'El enemigo de mi enemigo. España en la guerra de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1775-1783)', excelente obra del historiador y diplomático Gonzalo M. Quintero Saravia, donde se ofrece una visión pormenorizada y global de aquel proceso geopolítico, y la trepidante secuencia de episodios a grande y pequeña escala en las que intervino, con ventaja, la monarquía hispánica de Carlos III

Floridablanca retratado por Goya en 1783, último año del conflicto
Floridablanca retratado por Goya en 1783, último año del conflicto
Manuel Gregorio González

05 de octubre 2025 - 06:00

La ficha

'El enemigo de mi enemigo. España en la guerra de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1775-1783)'. Gonzalo M. Quintero Saravia. Alianza. Madrid, 2025. 856 págs. 28,95 €

En unos meses, se cumplirán doscientos cincuenta años de la declaración de independencia de los EEUU, razón que pudiera hallarse al fondo de la concepción del presente estudio y que justifica, por sí misma, la pertinencia y la oportunidad de su publicación. No obstante, El enemigo de mi enemigo. España en la guerra de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1775-1783), excede con mucho su función de minucioso recordatorio de la participación española, en tanto que imperio ultramarino, en la segregación de las colonias británicas. Tal como advierte el autor al comienzo de su estudio, la intención de El enemigo de mi enemigo es situar el conflicto en su verdadera escala global, como epifenómeno de una guerra más vasta, cuyo escenario alcanzó todos los continentes; así como otorgar su preciso relieve a un actor principal, la monarquía española, que solo recientemente comienza a avalorarse (la voluminosa, compleja y eficaz monarquía española del Setecientos), y que Felipe Fernández-Armesto y Manuel Lucena Giraldo calificaron en 2022 como Un imperio de ingenieros.

Esta obra excluye cualquier tipo chauvinismo, al tiempo que ofrece una sólida perspectiva diplomática

Por la primera cuestión, basta señalar El siglo maldito de Geoffrey Parker o Los imperios del mundo atlántico de John Elliot -dos historiadores británicos-, para indicar la mirada cenital que hoy exige el estudio histórico. Por iguales motivos, no hace mucho destacábamos aquí el 1493 del periodista Charles C. Mann. En cuanto al segundo aspecto, ya mencionamos la extraordinaria obra de Fernández-Armesto y Lucena Giraldo. Con similares razones, pudiéramos recordar tanto El norte. La epopeya olvidada de la Norteamérica hispana, de Carrie Gibson; como el Arqueólogos o anticuarios de Alcina Franch, donde se consigna la decisiva labor arqueológica de la ilustración hispánica en el continente americano. Quiere ello decir que en El enemigo de mi enemigo se da amplísima noticia de las razones y circunstancias por las que la corona española intervino en el conflicto; lo cual excluye cualquier análisis de índole chauvinista, al tiempo que ofrece una sólida perspectiva diplomática, en la que se sopesan motivos de carácter práctico con los que se dirigió, en el caso español, don José Moñino y Redondo, el inteligente y capaz conde de Floridablanca, que conocemos por los retratos de Goya.

Una de las razones mencionadas por Quintero Saravia es el excesivo poder acumulado por la corona británica tras la guerra de los siete años. Una guerra de carácter global, según destaca el autor, cuyas repercusiones en la América del norte suscitarían el malestar de sus trece colonias respecto de la metrópoli. Es esta situación la que aprovecharán tanto Francia como España -con mayor cautela-, para perjudicar los intereses de su adversario, con un matiz importante. A diferencia de Francia, que casi carecía de ellos, los vastos intereses de la corona española en los territorios americanos no aconsejaban promover la independencia de unas colonias en el nuevo continente. Y ello tanto por la contaminación política que de ahí pudiera derivar; como por la posibilidad de favorecer un nuevo estado contrario a sus intereses. En tal sentido, Floridablanca tratará de mantener un viso de neutralidad mientras introduce reformas administrativas y armamenta el imperio, hasta que la participación se haga ineludible -y favorable a los intereses de España-. Entre tanto, el uso del corso por parte de la corona española, así como el ingente suministro de armas y vituallas, donde se distinguirá el empresario bilbaíno Diego María Gardoqui, junto a la ayuda pecuniaria, serán los modos en que Carlos III socorra a las colonias rebeldes. O más tarde, ya abiertas las hostilidades, la inteligencia táctica de Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana.

A todo ello Quintero Saravia suma una atención particular, tanto a la actitud de las tribus indígenas de las colonias, como al comportamiento de la población negra y mulata, esclavizada o liberta, y el papel determinante que jugaron en este minúe político, cuyo desarrollo alcanzará al Indico y a las costas de África, donde los respectivos intereses de los imperios también cruzaron sus armas. Si Poesía y verdad de Goethe mostraba el carácter internacional de la guerra de los siete años, y su inesperado papel en la formación de la conciencia alemana; también este conflicto alentará nuevas conciencias nacionales, desde la francesa revolucionaria, a las inquietudes políticas de la monarquía hispánica, al nacionalismo británico, o a un germinal nacionalismo estadounidense, donde coincidieron, junto a un eco del Edén levítico, el pupilaje ideal de Grecia y Roma.

stats