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Cultura

'El gato montés', una tragedia desde la esencia

  • El Maestranza hasta el miércoles la ópera de Manuel Penella, un espectáculo galardonado con los Premios Campoamor.

El Teatro de la Maestranza programa -del lunes al miércoles- un título singular del repertorio español, El gato montés, de Manuel Penella, que llega a Sevilla en un montaje del Teatro de la Zarzuela de Madrid que fue galardonado en los Premios Líricos Campoamor como la mejor nueva producción. Tanto el director escénico José Carlos Plaza como el director musical Cristóbal Soler han buscado, como aseguraron ayer, remarcar la sobriedad y buscar la esencia ante una obra de la que se recuerda particularmente su célebre pasodoble, que interpretaron con éxito en Estados Unidos Pastora Imperio y Concha Piquer, y que por narrar un triángulo entre una gitana, un matador y un bandolero podía haberse abordado desde una mirada interesada únicamente en potenciar los elementos más folclóricos.

Pero en este gato montés, advierte Plaza, el público "no verá ni guitarras ni flores", porque el que ha emprendido el equipo es "un trabajo sobre la raíz de la tierra". El director madrileño confiesa haberse asombrado cuando accedió a "una de las partituras más complejas" con que se había topado a lo largo de su carrera, una composición "llena de cambios que van acompañando a los protagonistas". En opinión del especialista, El gato montés es "una tragedia" de personajes que se debaten entre "lo práctico, lo cómodo" y el "instinto natural", como le ocurre a Soleá, la protagonista, interpretada por Saioa Hernández, protegida por el torero Rafael Ruiz El Macareno (el tenor Andeka Gorrotxategi) y su familia pero enamorada de Juanillo El gato (Ángel Ódena). Interesado en el conflicto de los protagonistas, Plaza ensayó con los cantantes "desde dentro. El bandolero es un ser humano al que han expulsado de la sociedad, que en vez de vivir en un cajero lo hace en una cueva; ella es una mujer que ha conocido la felicidad interior, la felicidad sexual, y ahora está inmersa en una vida de consumo", resume.

Esta lectura obligó a los intérpretes a un complejo ejercicio de interiorización. "Hemos ido a la raíz", comenta Saioa Hernández, "quitado movimientos innecesarios, porque queríamos ir a lo profundo, al sentimiento. Y con la música hemos hecho lo mismo", expone la soprano, que gracias a la coreografía de Cristina Hoyos ha afrontado "un reto fantástico, algo que no había hecho nunca antes". Ódena, reconocido también por los Premios Campoamor gracias a este espectáculo, considera a Plaza "el mejor director de escena que he tenido" y defiende que la "puesta de los sentimientos sobre el escenario que hacemos aquí es, al fin y al cabo, lo que debería ser siempre el teatro o la ópera".

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