Día de la Música

La música llenó nuestras calles

  • Sevilla celebró el Día de la Música en todos sus distritos con la Plaza de San Francisco como punto principal

El 'power-pop' de All La Glory en la Plaza de San Francisco.

El 'power-pop' de All La Glory en la Plaza de San Francisco. / Juan Carlos Muñoz

A las siete y veinte de la tarde del jueves, al escenario de la Plaza de San Francisco, donde se celebraba el mayor de los conciertos del Día de la Música, organizado por el ICAS, asociado a FNAC, subieron los componentes de All La Glory para desgranarnos unas canciones bellísimas en las que la dureza encajaba perfectamente con su tono melódico. Pocos músicos locales son capaces de dulcificar los roncos gruñidos de una Les Paul como lo hizo Juano Azagra, al que se sumó la pura electricidad controlada de la guitarra de Isra Diezma. Fue increible el dinamismo derrochado por esta banda en sus melodías continuadas, que no cansan en ningún momento, por la sabia mezcla de voces suaves e instrumentaciones furiosas, de las que su Looking for a thrill es el paradigma. Se fueron, rompiendo la magia de una tarde que no había hecho más que comenzar.

Texxcoco desbordaron energía aunque su base rítmica no fue demoledora porque el batería perdió el paso muchas veces. La guitarra de Hector Pérez les convirtió en la más poderosa máquina de rock que escuchamos aquí, pero sus canciones no son nada buenas ni novedosas. Aún así, su cantante, Adriana Moscoso, les siguió perfectamente para, extenuada y sudorosa, rodando por los suelos detrás del micro caído sin perder el hilo de Pepper,  retirarse al final del concierto con una amplia y hermosa sonrisa de triunfo en su rostro.

Neuman pusieron el perfecto broche de oro a una noche en la que se respiró una gran atmósfera festiva.

 I Am Dive son dos músicos sevillanos que suenan con una precisión y una ductilidad que les hace manejar notas y tonalidades con pasmosa facilidad, aunque aquí tuviesen que bregar con el infortunio de un ampli mudo o unos segundos de sabotaje con reguetón por un canal. Ellos no venían cargados de metralla, pero sí de una alegría que evitó la estampida de la audiencia, cautivada por unos sonidos que les estaban abriendo las puertas de la percepción, aliados con la crepuscular luz del anochecer. Un concierto lleno de encanto y estética.

Arco dejó claro que su presencia y sus canciones bastaban para satisfacer a un publico que si bien no cumplía con los requisitos del fan, gustaba de la sustancia que podían paladear; aunque fuesen los más perjudicados por el molesto efecto del rumor del público, muy numeroso ya, ensuciando la música. Al terminar nos quedamos con la ambigua sensación de que quizás el concierto pudo haber sido mejor.

Y la noche terminó con Neuman, estrellas que no permitieron a los demás mover el canal del bajo, aunque solo lo usasen una vez, o traer un rack de ocho guitarras para siete canciones; pero fueron la perfecta banda sonora para la atmósfera festiva que se respiraba. Con una muy eficiente instrumentación consiguieron crear una gran comunicación con la gente y estoy seguro de que los tres músicos se sentían tristes cuando tuvieron que abandonar el escenario porque pasaba la hora permitida. Muchas ideas y creatividad hay detrás de canciones como Boystar o Turn it, que hipnotizaron al público, que comenzaba a asimilar sus sonidos arrebatadores y sus propuestas arriesgadas cuando se precipitó el final de todo.

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