Recién llegado de Pekín, en cuyo National Center por Performing Arts ha trabajado como asistente en la producción de La Cenerentola, recala en su tierra para poner en pie una arriesgada aventura con uno de los títulos operísticos a la vez más populares pero a la vez también más exigentes técnicamente. Il trovatore sonará en el auditorio de Fibes este jueves y este viernes a precios muy asequibles y en una producción muy atractiva para todo aficionado que se precie.

-¿Cómo ha sido la experiencia en Pekín?

-Impresionante y extenuante. Te recogen en una limusina, te alojan en un hotel de cinco estrellas y durante un mes te llevan cada día al teatro a las diez de la mañana y te devuelven al hotel a las diez de la noche. No sales del teatro y comes allí, porque las jornadas de trabajo en China son agotadoras. Es verdad que no escatiman en presupuesto en las producciones de ópera, pero exigen una dedicación total. Yo estaba encargado de ensayar con el reparto de cantantes chinos (cada título se alterna con un reparto occidental y otro chino) y tenía siempre junto a mí a un intérprete, con el que tenía que hacerme entender para que los cantantes chinos no imitasen a los occidentales, a los que grababan durante los ensayos con sus tablets.

-Y de ahí a la dura realidad de los recortes y la crisis de la Cultura en España.

-Pues sí, pero hay que intentar combatir la situación a base de esfuerzo y riesgo. Durante mucho tiempo nos hemos acostumbrado a gastar enormes presupuestos contratando a figuras internacionales y a cantantes extranjeros para papeles secundarios cuando aquí tenemos a cantantes mucho mejores y más baratos. Ahora las cosas han cambiado y hay muchos teatros que han renunciado a la fuerza a su programación lírica de calidad, como es el caso de Jerez, Málaga o Córdoba en el ámbito andaluz.

-¿Puede ser la iniciativa de este Il trovatore un ejemplo a seguir ante este panorama?

-Creo que sí. Nos movemos con un presupuesto de 200.000 euros, de procedencia privada, para una producción de alta calidad con cantantes de enorme nivel y un director de escena como Ignacio García consagrado hoy día en los escenarios españoles. Nombres como los de Lola Casariego, Carmen Solís (una cantante que dará mucho que hablar a poco que alguien la mueva entre los grandes teatros), Xavier Galán y otros son habituales en los mejores teatros españoles y se han implicado en un proyecto que a cualquier teatro subvencionado le hubiese costado mucho más. Este proyecto se inicia en Sevilla y girará por otras ciudades en los próximos meses, con lo que esperamos demostrar que es posible hacer rentable una iniciativa operística desde la empresa privada.

-¿Qué tal funciona desde el punto de vista acústico el nuevo auditorio de Fibes, con su más de 3.000 localidades?

-A pesar de su tamaño, la acústica es excelente. De hecho trabajamos con sonido natural, sin amplificación, con una orquesta de 60 músicos y el resultado es magnífico en todas las zonas: no hay saturación, ni reverberación, los piani de la orquesta llegan con nitidez a todo el aforo, como hemos comprobado en los ensayos, y las voces corren con naturalidad. Nuestro reto está en atraer a los aficionados hasta este espacio que ahora se estrena en el repertorio operístico, en movilizar hasta aquí a esos abonados del Maestranza y a otros aficionados para disfrutar a precios muy asequibles de un espectáculo de gran calidad. Incluso hemos hecho una promoción de 2 por 1 para colegios en la zona, a nueve euros la entrada.

-En el foso estará la Orquesta Sinfónica del Aljarafe. Háblenos de sus orígenes y su filosofía.

-Hace unos diez años se me planteó desde el Ayuntamiento de Sanlúcar la Mayor y desde un grupo de empresas implicadas en el parque tecnológico diseñar un proyecto de naturaleza musical. Yo presenté una idea de una orquesta juvenil que luego se vinculó a la creación de una escuela municipal de música. El proyecto se aprobó y empezó a andar y pronto me di cuenta, como director de la escuela de música y de la orquesta, de que teníamos los elementos necesarios para dar el salto para la conversión de la escuela en conservatorio elemental y profesional y para desdoblar la orquesta en dos, una profesional, con algunos de los profesores y los alumnos que ya habían conseguido el Grado Superior, y otra juvenil, en la que los alumnos de nuestro conservatorio pudiesen sentarse compartiendo atriles con sus profesores.

-El Conservatorio de Sanlúcar la Mayor, por lo que cuenta, nace de una iniciativa privada que a posteriori es homologada por la Junta de Andalucía. ¿Qué ventajas le ve a este modelo frente al institucional?

-En primer lugar, su tamaño, unos 450 alumnos y con demanda creciente, nos permite un trato individualizado, hasta el punto de que como director intento conocer a cada uno de nuestros alumnos y sus padres. Y en segundo lugar, intentamos superar el principal defecto de la enseñanza música reglada en España, que es la inadecuación entre lo que se enseña y lo que a los músicos les espera al terminar sus estudios, que es: tocar en una orquesta, dedicarse a la enseñanza o ser solista. Con la Orquesta Joven y la Orquesta Sinfónica tenemos la posibilidad de que los alumnos se ejerciten en lo que normalmente no se puede hacer en los conservatorios, volcados exclusivamente en el repertorio solista y no en el orquestal o el de cámara.