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Entrevista
Con Matamonstruos (Impedimenta), Jon Bilbao (Ribadesella, 1972) da por concluida, al menos de momento, la saga novelística que recuperó el western para la literatura española de la mano de John Dunbar, pistolero de pasado brutal y redención difícil. El ciclo tuvo su origen con Basilisco (2020), continuó con Araña (publicada en 2023 con algunos elementos, también a modo de secuela, de Los extraños, una nouvelle cercana a la ciencia-ficción lanzada en 2021) y encuentra ahora en Matamonstruos una identificación más significativa entre John Dunbar y el Jon escritor, dos personajes presentados como las dos caras de la misma moneda. Ficción y no ficción se abrazan como ingredientes fundamentales, confundidos en el ejercicio más lúdico de contar historias, en uno de los hitos más redondos que ha alumbrado la narrativa española en este siglo.
-Araña ya apuntaba en su final la continuación ahora confirmada en Matamonstruos. ¿Compuso usted las dos historias en paralelo?
-No tanto en paralelo, pero sí es cierto que, conforme escribía Araña ya iba dando forma a la idea que desarrollé después en Matamonstruos.
-En estos libros hay un tono lúdico claro propio del western, pero también episodios más reflexivos, tras los que se intuye un cierto dolor, a cuenta de los momentos más biográficos. ¿Qué ha prevalecido al final?
-En conjunto, la escritura de los tres libros ha sido gozosa, sin duda, muy placentera. Si no hubiera sido así, no habría escrito estos libros. No tengo ninguna inclinación por el dolor cuando escribo, no soy ese tipo de escritor. Después, efectivamente, ha habido momentos complicados en las partes más íntimas, que seguramente no habría podido sacar adelante sin el filtro que me han brindado las partes de ficción, las más pegadas al western. Pero también ha habido momentos de vértigo en los que no tenía nada claro si se iban a aceptar y entender determinados fragmentos, pero es que la escritura consistemente en eso, en asumir riesgos.
-¿Considera, una vez escrita Matamonstruos, que la despedida ha beneficiado a John Dunbar en su representación heroica?
-Sí, el personaje ha seguido una evolución interesante a lo largo de sus libros. En Basilisco era un arquetipo ambulante, el pistolero que lo resuelve todo a base de bombazos, el típico protagonista masculino, como un Conan El Bárbaro en el Oeste. Luego lo fui modelando y Dunbar se hizo más humano, con más matices y contradicciones internas. En Matamonstruos es más consciente de sí mismo, más sereno. No ha resuelto sus contradicciones, pero sí las ha aceptado, en parte porque ha entendido que el ser humano está hecho de dudas y contradicciones. Paradójicamente, este Dunbar más lúcido, más afirmado en sus límites, tiene un tono más heroico, como dices. Con el Dunbar de Basilisco no había manera de empatizar con él, pero en Matamonstruos es mucho más fácil.
-Su final es conmovedor. En parte, recuerda al de Don Quijote.
-Quería darle a Dunbar un final digno de todo lo que él me ha dado a mí. De paso, así le proporcionaría a los lectores el que, creo, es el mejor final posible.
-Aunque Dunbar ya es un héroe crepuscular, su historia podría dar para más. ¿Habrá más libros para el pistolero?
-A día de hoy, todo lo que tiene que ver con John Dunbar, Lucrecia y su familia está terminado. Pero no planifico mi escritura a largo plazo. Si estos personajes vuelven a llamar a mi puerta y tienen más cosas que contar, estaré encantando de abrírsela. Pero, de momento, se merecen un descanso. Y a mí también me apetece probar otras cosas.
"Estos libros pueden funcionar no tan bien como mecanismos de relojería, pero sí son más cálidos y transmiten más emoción"
-¿Cree que con esta novela ha quedado resuelta la ecuación entre ficción y no ficción que atañe a Dunbar y a su creador, convertido también en personaje?
-Los tres libros comparten varios temas que funcionan como bases comunicantes. Uno de ellos es la manera en que la ficción nos ayuda a reconocernos a nosotros mismos. Recurrimos constantemente a la ficción para construir nuestra identidad, entre lo que somos, lo que nos gustaría ser y lo que dicen de él. En Matamonstruos, Jon vuelca distintos aspectos de su identidad en John Dunbar y así es capaz de conocerse mejor, además de ganar seguridad en sí mismo. Así que todas las historias que englobamos en la no ficción no están en realidad muy lejos de la ficción.
-¿Considera posible que un escritor cualquiera cree un personaje del todo ajeno a sí mismo, que no tenga nada que ver con él?
-Depende, sobre todo, de la intención del autor. Yo diría que sí es posible, al menos teóricamente. Por ejemplo, si quien escribe lo hace a tenor de un encargo. Ahí sí sería más fácil la creación de personajes que no tengan que ver con el autor. Otra cosa es cómo le haría sentir eso, seguramente como un castigo. Pero para que el lector perciba a los personajes como verdaderos seres vivos, deben tener algo de ti msimo. Yo no sería capaz de escribir sin esa conexión con mis personajes, pero entiendo que en ciertas condiciones sí sería posible.
-¿Confía en la novela como mecanismo hábil para contar historias en el siglo XXI, o convendría ir buscando un recambio?
-La novela goza de una salud estupenda. No tiene que mirar a ninguna otra expresión literaria de reojo. Piensa que la literatura comercial se sustenta, fundamentalmente, en la novela, sobre todo si hablamos de novelas con muchas páginas. Es la forma de escritura más libre, más flexible. Ahí no pueden competir con ella ni el teatro, ni el cine, ni el cómic ni cualquier otro género útil para contar historias. Pueden tener otros puntos fuertes, pero ninguno alcanza su capacidad de transformación. La novela, de hecho, es capaz de romper las costuras de otros géneros e incorporarlos.
-¿Qué se puede escribir después de la saga de John Dunbar?
-Estoy escribiendo relatos, un género que me gusta mucho y que hacía tiempo que no cultivaba. Lo estoy disfrutando muchísimo.
-¿Es usted ahora un escritor distinto? ¿Otro Jon Bilbao?
-Hay un antes y un después, sí, en lo relativo a mi forma de escribir. No sé si es mejor, pero sí es distinta. Mis libros anteriores a Basilisco estan muy planificados, tomaba notas de manera obsesiva, no me quedaba tranquilo hasta que lo tenía todo bien atado. Para escribir estos libros también me he documentado en lo que he necesitado, por supuesto, pero he dejado más margen para que la escritura me sorprendiera, y eso tiene que ver con lo que hablábamos antes sobre el riesgo. El resultado es que estos libros pueden funcionar no tan bien como mecanismos de relojería, pero sí son más cálidos y transmiten más emoción. En este sentido, sí que me considero un escritor distinto.
-Debe ser maravillosa la sensación de estar empezando con tanto ya escrito.
-Es que yo siempre estoy empezando, no ya en cada libro, sino en cada traducción, en cada artículo. Cada vez me siento a escribir me pregunto: ¿cómo se hacía esto?
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