Unos días con la familia

La novela gráfica de Camille Jourdy Juliette, los fantasmas regresan en primavera (editada en España por La Cúpula en 2016) pone los cimientos (autobioráficos), el tono y los personajes de este cuarto largo de Blandine Lenoir (50 primaveras, La indignada Annie) que regresa a la provincia francesa acompañando a una joven en crisis (hormonal y personal) en su reencuentro con la familia durante unos días de vacaciones en primavera.

Ese microcosmos familiar algo excéntrico aunque siempre reconocible se convertirá en el protagonista coral e intergeneracional de un pequeño enredo de relaciones, asuntos y matices donde la memoria, la nostalgia, la enfermedad, las frustraciones, la infidelidad o el deseo se entrecruzan y dan el relevo entre nuestra protagonista (Izia Higelin), ilustradora de libros infantiles, su hermana mayor (Sophie Guillemin) casada, madre de dos hijas y en una relación extramatrimonial, un padre solitario y achacoso al que Jean-Pierre Darroussin presta la acostumbrada humanidad, una madre pintora algo estrafalaria (Noémie Lvovsky), una abuela sabia cuya casa han puesto en venta o un joven traductor negro (Salif Cissé, a quien recordamos de la deliciosa ¡Al abordaje!) con quien nuestra Juliette inicia una amistad.

Todos ellos, sumen al marido cornudo (Eric Caravaca), al amante o a otros pequeños personajes satélite e igualmente pintorescos, dan cuerpo cálido y honestidad emocional a una película que sabe moverse por la materia prima de los afectos y roces propios de la vida con tanto tacto y sentido del equilibrio tragicómico como fidelidad a esos toques de humor y gags que, a buen seguro, pertenecen a la novela gráfica original. Un cuerpo cálido deudor de un puñado de intérpretes estupendos y bien manejados, siempre en el registro grácil y hondo a un tiempo para jugar esta pequeña comedia agridulce de la vida que tocará más de cerca a aquellos que un día salieron de casa para emanciparse lejos de la familia.